Con más de mil nuevos casos de Covid-19 durante los más recientes tres días, los habitantes de la capital japonesa parecen tener todo en mente, excepto que están a menos de una semana de albergar el evento deportivo más importante en todo el mundo.
Las pintorescas casa con bermellones tejados y los modernos rascacielos que distinguen a Tokio se unen a través de la sobriedad que marca a una urbe que no ha dejado de ser atacada por el coronavirus.
Es por eso que no hay espacio, ni tiempo ni mente, para pensar en algo más, mucho menos en los XXXII Juegos Olímpicos, cuya inminente realización es recordada por los discretos adornos que hay en varias calles, aunque el ánimo de los nipones no es el mejor.
El intenso tránsito que caracteriza a una ciudad con más de 13 millones de habitantes es lo único que da vida. Casi todos los vehículos que abarrotan las calles están relacionados con las industrias de la construcción, tecnología y de primeros servicios, como alimentos y medicinas.
Los enormes aros olímpicos que están en la Bahía de Tokio lucen como un accesorio ajeno a lo que vive Japón, cuyo Gobierno ha prolongado el estado de emergencia tras el incremento de casos positivos de Covid-19.
Porque Asia está muy cerca de recibir sus cuartos Juegos Olímpicos, primeros en 13 años, pero el ambiente es inexistente.
Lo que realmente preocupa a los habitantes de Tokio es que termine una pandemia que no parece tener final, por lo que la llegada de gente de todo el mundo no les agrada, por más que intentan ser amables.