APUNTES PERDIDOS: Zapatitos por delante

APUNTES PERDIDOS: Zapatitos por delante

Por Marco Antonio Domínguez Niebla / AGP Deportes

Son asociaciones civiles. Y desde esa posición, las agrupaciones deportivas federadas en México son impenetrables.
De esta manera, resultan terreno fértil para administraciones tan longevas como, por ejemplo, la que gestiona el beisbol en Baja California desde 1998.
El protagonista principal, en ese deporte y en esa entidad, es un tipo llamado Freddy Lugo.
Si no me destituye mi asamblea, no me destituye ni el presidente de la república, ha dicho desde Zedillo y luego Fox, Calderón, Peña Nieto y lo sigue diciendo hasta López Obrador.
Escucharlo hablar, argumentar -limitado, básico y vulgar-, basta para entender el estado vegetativo del deporte federado en México.
Al Freddy su astucia le ha bastado para eliminar enemigos por más de 20 años desde la presidencia de la Asociación Estatal de Beisbol, aferrándose a los beneficios que trae consigo el cargo: cobro por inscripciones, por protestas, por entregar la selección estatal que va al nacional en manos del patrocinador más pudiente. La clave de su éxito, de acuerdo a los valores morales y éticos que lo mueven, es esa: cobrar todo lo cobrable.
Cada cuatro se anuncia la sucesión, “ahora sí se va El Freddy”, pero cada cuatro años el padrón de votantes se modifica para presentar puros adherentes al hombre de “la normatividad”, de “lo legal y lo jurídico”, puros sumisos que levantan la manita y luego aplauden el nuevo ungimiento, para más tarde lamentar su suerte cuando le resultan prescindibles a un dirigente cada vez más avejentado y mañoso, cada vez más acostumbrado a cortar cabezas al mínimo asomo de oposición.
El Freddy no es una excepción ni nació por generación espontánea.
Es hijo putativo del dictador mayor, el Teniente Coronel Alonso Pérez González, por décadas presidente de la Federación Mexicana de Beisbol, cargo que dejó hasta que fue sacado con los zapatitos (bien boleados, eso sí) por delante.
Y aun cuando fracasó en la aspiración de suceder a su ídolo al frente de la federación, va dejando tras de sí una especie de larvas hechas a imagen y semejanza que operan en los municipios del estado que le son útiles: los Freddys del Teniente Coronel.
Pero tendrán que esperar turno. Desgarrarse entre ellos en espera de ver salir al Freddy, eso sí y hasta entonces, con los zapatitos por delante.

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