Por Marco Antonio Domínguez Niebla
Me planteo qué escribir. Hay que enviar columna. Empiezo y desecho -para repetirme lo menos posible- los primeros esbozos donde reaparece el tema que me persigue, recurrente, desde noviembre de 2019.
Lo hago mientras transcurren las dos horas consumidas sin pausa por el conferencista frente a los entrenadores de CETYS a quienes explica, a lo largo de ese espacio, el proyecto que entregó dos medallistas olímpicos hechos en Baja California.
La ponencia termina con un reconocimiento que le entregan las autoridades de la institución.
Lo abordo mientras es saludado, sobre todo por los entrenadores con quienes coincidió durante su gestión de 18 años.
Acepta, pero me condiciona algo -por primera vez desde 1999, cuando lo entrevistaba, él como director del Instituto del Deporte de Tijuana-: no opinar sobre su sucesor en la dirección del Instituto del Deporte de Baja California (INDE).
En corto me explica por qué. Respeto tal silencio y lo interpreto: analizar la tarea de su relevo sería entrar en terrenos pantanosos, arenas movedizas, el fango sobre el que el Instituto del Deporte de Baja California se mueve por estos días, a dos años de la transición.
Concede y empezamos: Que si el abuelo y Corral, que si Alexa y Aremi, que si lo de Gaby Bayardo y la tercera medalla olímpica hecha en Baja California que por torpeza de las autoridades federales terminó en el medallero holandés y que si la necesidad de que las dos medallas olímpicas sean el punto de partida para que Baja California apunte en el futuro a una tercera y luego a una cuarta; o que si más centros de alto rendimiento especializados en correspondencia a las características de los residentes de cada zona del estado como el de remo en San Felipe y el de pesas en el kilómetro 43 y el de lucha en San Quintín; que si nadie lo ha invitado a colaborar con la administración estatal entrante pero que tampoco él lo ha buscado; y que si viene un cambio, tal cambio podría ser encabezado por la profesora Cañez de Mexicali, porque cuenta con el perfil indicado para asumir la dirección del próximo INDE para que no termine por derrumbarse lo construido.
Así he encontrado el tema para la columna a enviar, aliviado por escapar, parcialmente, de ese tema persecutorio y llegado recurrentemente a modo de denuncia.
Lo de Saúl Castro, pese a sus muchos aciertos, fue tan longevo que al final sufrió el desgaste natural, con los respectivos errores y desencuentros de quien dirige por tanto tiempo una instancia de gobierno sujeta a decisiones dependientes de políticos en turno.
Pero qué bien cae, por estos días de caos en el deporte bajacaliforniano, escuchar a un especialista en lo suyo describir proyectos, hablar de trayectorias con conocimiento, olvidando, al menos en esta entrega, relatarles los temas de la semana: que si el despido injustificado y la posterior rectificación de Aarón Fernández, un entrenador histórico de la natación bajacaliforniana a quien el director le dedicó “un mucho gusto” porque “no te conocía”, o que si la determinación de cerrarle el deportivo Antonio Palacios a la selección de beisbol de la Liga Municipal de Ensenada -usuaria del espacio por décadas- porque juega un estatal con el directivo al que no quiere pero no puede destituir, o que si las basificaciones sindicales a tres colaboradores que llegaron con él apenas dos años atrás, o que si la escena de “Don David”, el mismísimo director del INDE, jugando maquinitas en un casino -según lo citado por Newsweek- durante horas de oficina.
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