DÜSSELDORF, Alemania (AP) — Para asombro de muchos, el proyecto de la nueva Superliga europea tiene a dos pesos pesados del continente ausentes: Bayern Múnich y Paris Saint-Germain.
Los finalistas de la pasada edición de la Liga de Campeones no forman parte del grupo de 12 clubes de la élite del fútbol europeo que el domingo anunció la fundación de la Superliga.
El Bayern enfrentaría una fuerte oposición por parte de sus hinchas y socios, con voz mayoritaria en la gestión del club, si quisiera defender las bondades de unirse a los rebeldes.
En tanto, el consorcio de Qatar dueño del PSG es reticente a sumarse a una iniciativa que podría desestabilizar la Copa del Mundo del año próximo — a jugarse en Qatar — y los acuerdos de derechos de transmisión que han pactado con la UEFA en caso de estallar una guerra civil del fútbol europeo.
La Superliga arranca con un grupo de 12 clubes de Inglaterra, España e Italia, dejando tres plazas para otros miembros fundadores que recibirán puestos vitalicios en la competición. Bayern, PSG y Borussia Dortmund sonaban para llenar esas plazas.
El inminente retorno de Karl-Heinz Rummenigge, el director ejecutivo del Bayern, al comité ejecutivo de la UEFA el martes — como uno de los representantes de los clubes también sugiere que el equipo de la Bundesliga no quiere traicionar a las tradicionales estructuras del fútbol europeo.
El nombre de Rummenigge fue propuesto para reemplazar al presidente de la Juventus Andrea Agnelli, líder de la Asociación de Clubes de Europa. Agnelli renunció el lunes como presidente de la ECA y también a su posición en la UEFA tras anunciarse el plan de la Superliga.
En un comunicado desde Alemania, tanto el Dortmund como el Bayern rechazaron la Superliga y se pronunciaron a favor de reformar el formato de la actual Liga de Campeones.
Ambos clubes forman parte de la junta directiva de la ECA que se reunió de emergencia el domingo tras la desbandada de los representantes de los clubes de la Superliga. Rummenigge ha ejercido como director honorario de la ECA desde que Agnelli asumió como presidente en 2017.
El técnico del Bayern Hansi Flick también rechazó la Superliga: “No es algo favorable para el fútbol europeo”, dijo.
La reglamentación del fútbol alemán constituye un problema para la Superliga. Se trata de la cláusula 50+1 que establece que para obtener una licencia para jugar en la Bundesliga, un club debe tener la mayoría de sus propios derechos de voto.
Otros grupos de hinchas en Inglaterra se oponen al proyecto, pero tienen poco peso en la toma de decisiones en sus clubes. La Superliga aguardó que se completasen procesos electorales para el cargo de presidente de tanto el Real Madrid como el Barcelona antes de anunciar sus planes.
En teoría, los hinchas alemanes pueden bloquear la participación de sus clubes. Los socios del Bayern cuentan con un 75% del control en la compañía que administra el club. El resto está en manos de patrocinadores.
Inclusive la actual posición del Bayern y el Dortmund — expandir la actual Champions para disputar más partidos — genera rechazo entre los hinchas alemanes.
Y la Superliga también enrarece el empeño de Qatar de que los europeos acudan de buena gana al próximo Mundial. El presidente del PSG Nasser Al-Khelaifi mantiene buenas relaciones dentro de la UEFA, ocupando una plaza en su comité ejecutivo. También es el director de beIN, el canal de Qatar que es dueño de los derechos de la Champions en muchas partes del mundo.