PHOENIX (AP) — Hay muchas formas de medir los lanzamientos de los pitchers en las Grandes Ligas. Se calcula el giro de la pelota, su velocidad o el ángulo con el que ingresa en la zona de strike.
La meta es simple: El lanzador debe encontrar la forma de que la pelota llegue al plato de la manera más veloz e impredecible que se pueda.
Pero ello está causando mucho dolor a los bateadores, literalmente.
Los lanzadores de las Grandes Ligas están propinando más pelotazos e incurriendo en más wild pitches que en ningún otro momento de la historia desde 1900, de acuerdo con baseball-reference.com. Y cuando las pelotas vuelan hacia los bateadores a 95 mph o más rápido, es evidente que ello reviste peligro.
Tan sólo hay que preguntarle a Bryce Harper, estrella de los Filis, quien fue impactado en el rostro por una recta a 97 mph en abril. Por fortuna, no sufrió lesiones graves.
“Hemos ingresado con estos chicos en la era de la velocidad”, comentó Don Mattingly, el manager de los Marlins de Miami. “Hay que lanzar más duro, con más efecto. Los chicos tratan de lograr más todo el tiempo y, cuando lo hacen, sacrifican la precisión”.
El número de bateadores golpeados por pitcheos y el de lanzamientos descontrolados se ha elevado constantemente durante la última década. Los pelotazos ocurren en 0,47 veces por juego durante 2021, mientras que en 2011, el índice era de 0,32.
Los motivos de la tendencia respecto de los wild pitches son variados. Desde luego, los pitchers lanzan más duro que nunca. Y las curvas con efecto pronunciado suelen terminar en el piso, donde es difícil que los receptores las controlen.
Stephen Vogt, receptor veterano de los Diamondbacks, dijo que la filosofía del pitcheo ha cambiado drásticamente durante sus 15 años en el béisbol profesional. En las épocas de lanzadores como Greg Maddux, el lanzamiento efectivo iba abajo y afuera.
Ahora se privilegian otras zonas.
“Si lanzas afuera te van a conectar”, aseveró Vogt. “Hay que ser capaz de lanzar a la esquina de adentro”.
Mattingly coincidió con Vogt, al comentar que el análisis avanzado incide en el aumento de los bateadores que se llevan pelotazos. Las cifras indican que los lanzadores que lanzan rectas potentes y que pueden colocarlas arriba y adentro en la zona de strike tienen mayores posibilidades de éxito.
“Básicamente, la parte alta de ese cuadro imaginario, en la parte de adentro para un derecho o un zurdo, es a donde van los lanzamientos más difíciles de batear”, dijo Mattingly. “Así que si puedes llegar a esa esquina, es un out o un strike. Y cuando eso falla, la pelota va directo al bateador. Es entonces cuando uno ve tantos pelotazos”.
Y ello habría derivado en que las represalias no sean tan comunes en el béisbol actual.
Torey Lovullo, manager de los Diamondbacks, jugó en las décadas de 1980 y 90. Considera que en otras circunstancias, tantos pelotazos habrían generado muchos conflictos.
“No quiero sonar como un vaquero antiguo, pero antes podías estar seguro de que alguien del otro equipo iba a ser golpeado, dependiendo de quién fuera. No creo necesariamente en esa filosofía, ni pienso que muchos managers la crean en el béisbol actual. Nadie va a tratar de golpear intencionalmente a alguien”, explicó.
Lovullo añadió que no todo es culpa de los lanzadores. Los bateadores suelen acercarse más a la zona de strike.
“Los chicos están en el plato. Quieren enviar la pelota al jardín de su perfil normal”, indicó. “Por lo tanto, se enciman en el plato, dejando menos espacio, y creo que los lanzamientos se escapan y los están alcanzando”.