La ilusión crece de manera inversamente proporcional a sus apariciones. Cada vez es más raro ver a Tiger Woods jugando golf competitivo de alto nivel. Cada vez que esto ocurre, la esperanza de tenerlo peleando el campeonato y, aún mejor, de que el regreso se sostenga en el tiempo, se potencia. Las dos cosas están en su anhelo. Tres años después del grave accidente automovilístico que los corrió de las canchas, a un mes y medio de haber cumplido 48, su propio cuerpo es su mayor obstáculo.
Su primera participación de 2024, después de haber jugado sólo dos certámenes oficiales el año pasado (y cinco en las últimas dos temporadas), se produjo en el Genesis Open, en Riviera Country Club, en Los Ángeles. La multitud se agolpó en su grupo, que salió por la mañana, y Tiger recibió el habitual aliento de los fanáticos. Al margen de su golf todavía inconsistente, con algunas pinceladas de genialidad y algunos tiros impropios de su estirpe, se lo vio caminar sin inconvenientes. Sus desafíos están más allá de lo ocurre en los links. Después de haber hecho toda su carrera de la mano de Nike, lanzó su propia marca de ropa de golf, Sun Day Red, en sociedad con Taylor Made. Además, estrenó caddie.
“Mi ronda fue buena e indiferente”, analizó. “Emboqué algunas, pero tuve problemas para leer la velocidad de los greens. Eran mucho más rápidos que lo que históricamente era Riviera. Erré muchos tiros al green, también. Fue buena, pero indiferente”. Terminó con 72 impactos (+1), en el puesto 49°, incluidos 4 birdies y 5 bogeys.
La mayor incógnita pasa por su estado físico. Después del accidente automovilístico que sufrió hace tres años, nunca volvió a ser el mismo. El año pasado sólo jugó dos torneos oficiales, este mismo Genesis Open y el Masters, que terminó abandonando luego de dos vueltas. Incluso para caminar se lo notaba en dificultades. La ilusión de volver a verlo en plenitud reaparecieron en diciembre cuando participó del Hero World Challenge, certamen no oficial del PGA Tour, donde completó las cuatro vueltas. Luego jugó el PNC Championship, el tradicional certamen padre-hijo, con su primogénito Charlie.
Un error en el segundo tiro del 18 encendió la alarma, pero de inmediato se recuperó haciendo pasar la pelota por una hendija entre dos árboles para dejarla arriba del green. “La espalda se me quedó dura. Me venía doliendo en los últimos tres hoyos, tuve un espasmo y no roté bien”, justificó Tiger ante las cámaras de Golf Channel apenas finalizada la ronda. “Todavía me queda algo de tratamiento y trabajo que hacer para estar listo para mañana, pero es parte del trato, es parte del desafío.”
El miércoles, Woods jugó el Pro-am con Josh Allen, el quarterback de los Buffalo Bills, y en lugar de disputar los reglamentarios 9 hoyos hizo la vuelta completa de 18. Los buenos indicios sobre su estado físico se acumulan. “No tengo la misma velocidad que tenía. No tengo la capacidad de practicar la misma cantidad de horas. Pero todavía trabajo en asegurarme de que puedo pegarle a la pelota con el centro de la cara del palo”, había dicho Woods durante la semana. “Si puedo hacer eso consistentemente, una de las razones por las que no tengo un profesor ahora, lo que mi cuerpo hace día tras día, semana a semana, luce diferente. No puedo moldearme ahora, está todo en la sensación que tengo en las manos”.
Tiger compartió el grupo con dos jugadores especiales para él. Por un lado, Justin Thomas, una especie de ahijado golfístico. El doble ganador del PGA Championship no tuvo un buen arranque, pero se repuso y terminó con 72 (+1). El otro integrante del threesome fue Gary Woodland, que recibió una invitación de la organización (Tiger Woods, precisamente), luego de que en septiembre pasado atravesó una cirugía en la que le removieron un tumor cerebral no cancerígeno. Regresó a jugar a mediados de enero, participó en tres torneos y por primera vez se encamina a pasar el corte luego de un gran recorrido de 70, el mejor de los tres.
“Lo que tuvo que atravesar Gary da miedo. El hecho de que pueda estar acá, compitiendo con nosotros, no podría haber sido mejor para el grupo”, festejó Tiger. “Fue muy lindo e inspirador jugar a su lado todo el día”.
El Genesis Invitational, que comenzó a jugarse en 1926 como Los Angeles Open, es un torneo especial para Tiger. En primer término, porque el certamen, uno de los signature events de la temporada con field reducido a 70 jugadores, corte después de 36 hoyos y 20 millones de dólares en premio (4 de ellos para el ganador), está organizado por y es a beneficio de su propia fundación desde 2018. Además, ese fue el primer torneo profesional que jugó, a los 16 años siendo amateur. Fue en 1992, invitado por la organización. Vestido con una remera polo a rayas anchas rojas, azules y blancas y gorra y pantalones blancos, comenzó con birdie, pero firmó vueltas de 72 y 76 y no pasó el corte clasificatorio.
Ayer también arrancó bajando el par 5 del hoyo 1. Se pasó del green con el segundo tiro pero lo corrigió con un approach inmaculado. Terminó redondeando una vuelta muy trabajada, irregular, que incluyó cinco birdies, seis bogeys y siete pares.
La ronda también fue motivo de estrenos para Tiger. Estrenó su nueva indumentaria, denominada Sun Day Red, nombre que hace alusión a que los domingos, días en que se definen los torneos, Woods viste de rojo. Raro verlo con una vestimenta que no sea Nike luego de una alianza de 27 años.
Otra de las novedades estuvo en su bolsa. Tiger jugó por primera vez con Lance Barrett como caddie, confirmando definitivamente la separación con Joe LaCava, que le había llevado los palos en los últimos 12 años. LaCava ahora está con Patrick Cantlay, quien al cierre de esta edición era el líder con -7, seguido a uno por Luke List y los australianos Cam Davis y Jason Day.
El único argentino entre los 70 privilegiados es Emiliano Grillo. El chaqueño, que viene obteniendo buenos resultados este año (22º, 14º, 20º y 7º en sus últimas cuatro apariciones), cerró con birdie al 18 y firmó una vuelta de 70 (-1) que lo deja expectante en el puesto 34, todavía con mucho golf por delante. Hoy saldrá a las 15.25 (hora argentina).
Riviera Country Club también es especial para Tiger porque, si bien hace años reside en Florida, está a sólo una hora y media de Cypress, su localidad natal, al sur de Los Ángeles. Pero también es el certamen que más jugó sin haber podido ganar. Esta es su 16ª participación en el Genesis Open, y aunque el título parezca lejos, verlo en acción ya es motivo de regocijo. El deseo: que haya sido la primera vuelta de muchas más por venir.