La edición 108 del Rose Bowl quedó enmarcado como el partido que tuvo a los dos jugadores más dominantes de su historia, CJ Stroud y Jaxson Smith-Njigba comandaron a Ohio State en su triunfo 48-45 sobre Utah.
Stroud lanzó para 572 yardas, la mayor cifra en la historia del tazón más tradicional de la NCAA, y seis pases de anotación, el quarterback lució a pesar de que debió arreglárselas sin sus dos principales armas a la ofensiva debido a que optaron por no jugar para prepararse rumbo al próximo Draft de la NFL.
Por otra parte, Smith-Njigba también impuso marcas para un receptor con las 346 yardas que consiguió en 15 recepciones, el jugador de segundo año estuvo indefendible, anotó tres veces. Los Buckeyes fueron de menos a más para ganar el Rose Bowl por novena ocasión, su ofensiva fue letal, el problema estuvo del otro lado del balón.
Los Utes embistieron desde temprano, tomaron una ventaja de 14-0 en el primer periodo, pronto desapareció la etiqueta de desfavorecidos con la que llegaron ante una universidad que se quedó a un triunfo de estar en las semifinales colegiales.
Durante el segundo cuarto hubo un lapso de casi tres minutos en el que desaparecieron las defensas, cinco touchdowns se anotaron en un tiempo de juego de 163 segundos.
La tendencia pudo continuar, Ohio State tenía en sus manos volver a acercarse, sin embargo, Smith-Njigba perdió el ovoide cuando ya se enfilaba a las diagonales, fue su único error del juego.
En el complemento lograron contener a Utah y poco a poco comenzaron a recortar la distancia hasta que Marvin Harrison Jr. empató la pizarra con su tercer touchdown del encuentro.
Las 90 mil personas que acudieron al Rose Bowl se quedaron silenciadas cuando Cameron Rising, el mariscal de campo de los Utes, cayó conmocionado al césped.
El reserva Bryson Barnes logró comandar otra serie a las diagonales, sin embargo, quedó tiempo suficiente para que Stroud llevará el balón hasta territorio de gol de campo, el pateador acertó y los Buckeyes salieron con el triunfo.