SAINT-DENIS, Francia (AP) — Uziel Muñoz miró la tribuna del Stade de France entre cada uno de sus turnos en la final olímpica de impulso de bala. El octavo lugar en una prueba que él mismo califica como “desértica” para el deporte mexicano es, en sí, motivo de orgullo. Su rostro de satisfacción el sábado iba más allá de una marca o una distancia.
“Logramos todo a la misma vez para cumplir la promesa y en este momento lo disfruté para demostrarle a mi hermano que soy un atleta de alto rendimiento”, subrayó Muñoz. “Todo este evento fue para él”.
Mateo, el hermano de Muñoz, no estuvo el domingo en las tribunas o del otro lado del televisor. Falleció en 2016, no sin antes recibir la promesa de Uziel que algún día estaría en Juegos Olímpicos. Cumplió su promesa, y con creces.
“Sé que él me está viendo en este momento y se lo demostré, que soy un buen deportista”, declaró. “(Él) nos dio el motor para llegar a unos Juegos Olímpicos”.
Muñoz, subcampeón de los Juegos Panamericanos en Chile el año pasado, aprovechó la justa para llegar hasta donde ningún otro mexicano había llegado jamás en esta prueba, una distancia de 20,88 metros lo dejó en octavo puesto en una competencia en donde Estados Unidos ocupó los dos lugares de la prueba.
El oriundo del estado de Chihuahua, en el norte del país, regresa a casa con la satisfacción del trabajo cumplido y con la mira puesta en Los Ángeles, siempre con el objetivo de superarse.
“En lo personal no me voy con nada, ni me llevo ningún arrepentimiento. Lo entregué todo el día de hoy”, explicó. “El dia de hoy soy octavo, pero espero en Los Ángeles meterme dentro del top 5 y buscando la medalla.
Son cuatro años de espera, de trabajo y de entrenamiento. En su tiempo libre tendrá los recuerdos que acumuló entre intento e intento bajo un cielo nublado de sábado en el suburbio parisino de Saint-Denis.
“Es lo que nos mantuvo, la imaginación, la esperanza de alcanzar, de ser”, concluyó.
Eso, y una promesa por cumplir.