La crueldad de las redes sociales encontró en Miguel Layún, que recién ha anunciado su retiro al acabar la presente campaña, a una de sus primeras víctimas masivas. Un hashtag cambió su vida: #TodoEsCulpaDeLayún. Lo que empezó como un chiste terminó por afectar directamente el ámbito personal del joven lateral que, por allá de 2011, tenía apenas 23 años y trataba de ganarse un lugar en un América de vacas flacas. Después de su debut en Veracruz y un breve paso por Atalanta de Italia, Layún volvió a México en 2010 y no encontró la adaptación que hubiera deseado.
Según contó en entrevista con Yordi Rosado, el famoso hashtag empezó por un periodista que, a manera de broma, dijo, durante un partido, que todo era su culpa. Ese chiste creció de manera insólita, estimulado e impulsado por las redes sociales, pero pronto se rebasó esa línea virtual. «Iba caminando con mis papás y alguien me dice: ‘chinga a tu madre; para qué te tuvieron, hubieran tomado ácido fólico’. Quien se meta conmigo muy rara vez voy a reaccionar mal. Ese día sí quería agarrarme a madrazos. Me agarró mi papá y me metió al restaurante. Las pocas veces que he reaccionado fatal ha sido cuando se han metido con mi familia», dijo en la misma entrevista con Rosado.
Layún recibió mucho apoyo de su familia y de su pareja, Ana Galván. Y recurrió al respaldo profesional, con la psicóloga deportiva Claudia Rivas. Tras todo el cúmulo de burlas y una campaña generalizada en su contra, Layún comenzó a levantar su carrera de manera sorprendente. Con Miguel Herrera en el banquillo, Layún se ganó el puesto titular durante 2012 y, un año más tarde, su momento de brillo llegó. Anotó el penal decisivo en la recordada tanda ante Cruz Azul en la final del Clausura 2013. El narrador Jorge Pietrasanta redefinió entonces la esencia del hashtag maldito: «Si Layún lo mete, el América es campeón, y todo será culpa de Layún».
Sucedió y Layún le dio un vuelco impensado a su carrera. Se afianzó como referente americanista, ganó un lugar en la Selección Mexicana y jugó como titular el Mundial de Brasil 2014. Y faltaba su punto más alto con Las Águilas: ganó otro título más, el del Apertura 2014, como capitán. Después de ser protagonista de mil chistes en redes sociales, había pasado a ser un ídolo americanista. Decidió entonces probar suerte en Europa con el Watford, de la Segunda División de Inglaterra. La decisión fue criticada en México porque Layún era ya una figura con el América.
Pero pronto demostró que no se había equivocado. Logró el ascenso en cinco meses y, aunque debutó en la Premier League, partió al Porto FC para protagonizar una temporada de ensueño. Con Los Dragones, el mexicano registró 19 asistencias y seis goles en la campaña 2015-2016. Layún acabó aquel año como el onceavo mejor asistidor entre las diez mejores ligas de Europa, con la particularidad de que jugaba como lateral izquierdo, una posición defensiva. En 2019, Layún contó a Fox Sports que su nivel mostrado aquel año provocó el interés del Real Madrid, aunque el Porto se negó a darle información al respecto en tiempo real —lo hicieron después, cuando el interés había caducado—.
Layún tuvo altas y bajas en Europa, con pasos modestos con el Sevilla y Villarreal. Al tiempo, se consolidó como titular en el Tri, para jugar su segunda Copa del Mundo en Rusia. Volvió a México en 2019 con Rayados, con quienes ganó los títulos de Concacaf de 2019 y 2021, y la Liga MX en el Apertura 2019, justamente venciendo al América. No hay duda de que, en el contexto del futbol mexicano, Layún construyó una carrera brillante —igualmente en 2019 superó un cáncer que le fue detectado de manera temprana—.
Nunca fue un jugador virtuoso en el sentido técnico y, en su última etapa con el América, abundaron los errores que le volvieron un señalado constante. Ahora entiende cuándo poner fin a su carrera, una carrera que tendría que ser ejemplar: ¿adónde hubieran llegado jugadores con más talento que Layún si hubieran tenido su mentalidad? Su legado más grande es es: haber brillado y superado burlas sin tener grandes cualidades futbolísticas.