Lionel Messi de nueva cuenta se convirtió en el capitán que Argentina necesitaba. El 10 argentino corre, genera, se hace presente en el marcador, encara y habla cuando lo tiene que hacer. Aunque para muchos, su liderazgo no existe en el equipo argentino que estaba tan acostumbrado a tener personalidades sin iguales con el gafete en el brazo.
Durante todo el encuentro, el equipo argentino y el de los Países Bajos se vieron enrolados en varias discusiones donde los gritos y los empujones no se guardaron.
Cuando el encuentro se encontraba con las emociones a flor de piel, Mateu Lahoz, árbitro del encuentro, se dedicó a amonestar a todo jugador que estuviera presente en el más mínimo roce del partido.
En total, hubo 17 tarjetas a lo largo del partido. Siete para los europeos: siete amarillas y una roja, y 10 para los argentinos que solo se quedaron en preventivas.
Por ello, Messi salió a hablar en contra del árbitro español, a quien conoce a la perfección desde su paso por el Barcelona: “No quiero hablar del árbitro porque no puedes ser sincero. Si hablas te sancionan.
La FIFA debe pensar en ello. No se puede poner un árbitro así para estas instancias. No pude poner a un árbitro que no está a la altura”, señaló el astro argentino.
El cotejo se definió desde la tanda de los penales. En el encuentro regular, Argentina llevaba la delantera de dos tantos por cero, sin embargo, el colegiado central agregó 10 minutos en la segunda mitad del encuentro.
En ese lapso de tiempo agregado cayó el segundo tanto del equipo neerlandés, con el que emparejó los cartones y mandó el encuentro al alargue.
La culpa no es del árbitro, sino de quién le gusta deslindarse de sus responsabilidades. Si bien Messi alzó la voz, la FIFA es quien tiene la última palabra y seleccionará si Lahoz puede volver a topar al equipo argentino.