Suplente de inicio, Cristiano Ronaldo agitaba los brazos para animar a sus compañeros cuando el Manchester United encajó el 0-1 del Brighton y Lucas Gross, que marcó el 0-2 antes del descanso y que retrató al conjunto de Erik Ten Haag, un chollo defensivo y un equipo menor en su extraño presente, más allá de la reacción posterior con la salida del astro portugués y del 1-2 que anotó Mac Allister en propia puerta.
En el primer tiempo, el Brighton fue mejor en todos y cada uno de los aspectos que definen la diferencia sobre el terreno de juego, en aptitud y actitud, en orden, ambición y transición, en el ataque y en la defensa; en el segundo, el United despertó desde la imaginación de Christian Eriksen y la presencia de Cristiano Ronaldo, que entró al campo en el minuto 53, pero no le dio para nivelar el choque, entre otras cosas porque Rashford falló sus ocasiones.
La puesta en escena oficial de la era Ten Haag fue un fiasco. No puede calificarse de otra forma su primer tiempo dominical en Old Trafford, que describió a un equipo superado por la presión alta de su adversario, desubicado en el repliegue, desbordado cuando debía contener en su retaguardia, irrelevante cuando debía crear sus ataques en el otro área y que en tan solo 10 segundos ya había entregado la primera ocasión a su rival. A Trossard.
Al borde de la media hora, el marcador reafirmó su decepcionante presente, cuando el Brighton lo desmontó con un simple desmarque de Danny Welbeck. Fue indetectable para Lisandro Martínez y Harry Maguire, retratados en la acción. El delantero, entre los dos, cayó hacia la banda derecha para recibir el pase de Trossard y completamente solo le dio continuidad a la combinación con el pase al área que remachó, solo, Pascal Gross (0-1).
Contemplativa, la defensa del United no se enteró de ninguno de esos movimientos, pero tampoco demostró la tensión, la concentración o la intensidad necesaria en el primer tiempo ni en el 0-2 diez minutos después, cuando March entró en el área contraria como si fuera la suya para soltar un tiro raso con la derecha. De Gea sacó la mano para despejarlo a un lado, donde aguardaba de nuevo Gross para empujar el 0-2. Todo era un desastre.
El primer pase de CR7 fue un regalo expreso para el 1-2 de Marcus Rahsford, de no haber sido por la formidable intervención del español Robert Sánchez, cuyo milagroso brazo izquierdo rechazó el gol del United. Una parada fantástica.
Una luz, aún tenue, en el túnel por el que había transitado el United durante toda la primera parte, como también lo fue la siguiente ocasión de Rashford, que remató mal el envío de Bruno Fernandes, mientras el reloj descontaba minutos, aunque ya fuera otra cosa, aunque las sensaciones eran radicalmente distintas a todo el tramo anterior, y Robert Sánchez se postulaba como figura en la portería del Brighton, a un tiro de Eriksen… hasta que falló en el 1-2. No acertó a despejar un córner, quizá por efecto de Dalot, y el balón terminó en la red, por el impulso involuntario de Mac Allister contra su propia portería. Era el minuto 67. No le dio para más al United, cuyo estreno confirmó el declive de los últimos tiempos.