Cuando el domingo por las noches, las luces del estadio Highmark se enciendan, Mac Jones estará entrando por primera ocasión a un recinto donde no hay algo más que se aborrezca que a los Patriotas de Nueva Inglaterra.
La dinastía creada por Tom Brady y Bill Belichick, sometió a Buffalo durante 20 largos años. Ahora Jones hereda ese odio en un primer partido, donde muy a pesar de la afición de los Bills, él también podría convertirse en histórico.
Los Patriotas han ganado seis juegos consecutivos, la racha activa más larga de la liga. Con un triunfo en Monday Night, Jones se convertirá en el cuarto quarterback novato en la era del Super Bowl, en ganar al menos siete partidos en fila como titular. Se uniría a Dak Prescott, Ben Rothlisberger y Kyle Orton.
El jugador egresado de Alabama y tomado por Nueva Inglaterra en la primera ronda, ha cumplido con los deseos que tenía Belichick para suplir a Brady: un quarterback que no cometa errores buscando jugadas destacadas.
Enfrentar público en contra no es una situación que moleste a Jones. Nueva Inglaterra tiene marca de 5-0 como visitantes esta temporada y Jones puede unirse a Prescott y Roethlisberger como los únicos quarterbacks con seis salidas con triunfos en su primer año dentro de la NFL.
Pero la narrativa del lunes por la noche no sólo apuntará a lo que pueda hacer el novato dentro del territorio enemigo.
El enfrentamiento entre Patriotas y Bills será apenas el quinto partido en los últimos 30 años en el que estén inmiscuidos la mejor defensa en puntos permitidos (Nueva Inglaterra) contra la mejor defensa en cuanto a yardas (Buffalo). En cada uno de esos juegos, un equipo avanzó al menos a su campeonato de conferencia, incluidos dos ganadores del Super Bowl: Denver en 2015 y Washington en 1991. El viejo dicho: las ofensivas venden tickets, las defensivas ganan campeonatos aplica para esta rivalidad que en el norte de Nueva York se espera hace tiempo.