Esta no es una columna sobre apuestas, aunque bien podría haber una oportunidad de ganarse unos pesos en el mercado de la NFL. Más precisamente, en Minnesota, donde el quarterback Kirk Cousins parece decidido a sabotear toda posibilidad que puedan tener los Vikings de conseguir las nueve victorias que pronostican las casas de apuestas esta temporada.
El que Cousins no se haya vacunado contra el COVID-19 ni piense hacerlo debería alarmar a los aficionados de los Vikings. Ya se perdió algunos días importantes de entrenamientos y en cualquier momento podría dar positivo en una prueba y arruinar una temporada en la que su equipo luce como candidato a los playoffs.
Lo mismo sucede en Baltimore, donde el quarterback Lamar Jackson —quien se perdió un partido la temporada pasada tras dar positivo en una prueba de COVID-19— se ausentó de los entrenamientos de pretemporada tras dar nuevamente positivo. Lo más sorprendente es que sigue negándose a ser vacunado.
“Salí de la lista del COVID. Ahora tengo que hablar con los médicos del equipo y ver qué opinan”, declaró el lunes.
No hace falta que hable con ellos. Los médicos le dirán lo que ya venían diciendo: Que se vacune. La mayoría de los jugadores lo han hecho. La NFL dijo la semana pasada que el 90% habían recibido al menos la primera vacuna.
La resistencia de jugadores clave para sus equipos a vacunarse es tan irritante como desconcertante. Cousins ya perdió un contrato publicitario con un hospital que decidió que no podía usarlo para promocionar los cuidados médicos cuando se negaba a hacer algo necesario para conservar su salud y la de las personas a su alrededor.
Se supone que un quarterback es un líder, alguien que encabeza la marcha del equipo en busca de un Super Bowl. Cousins está haciendo todo lo contrario y ya le ha costado a los Vikings valioso tiempo de prácticas. Tanto él como otros dos quarterbacks estuvieron aislados la semana pasada por haber tenido posibles contactos con personas infectadas.
El técnico Mike Zimmer se pregunta de dónde obtienen su información sobre las vacunas estos jugadores.
“Algunas de las cosas que leen son… disparates”, dijo Zimmer.
Tal vez sería bueno seguir el ejemplo de Lane Kiffin y el cuerpo técnico del equipo de fútbol americano de la Universidad de Mississippi. Kiffin dijo la semana pasada que todos los jugadores se habían vacunado tras participar en un programa educativo que los convenció de la necesidad de inmunizarse. Por su propio bien y por el bien del equipo, en una liga en la que si no puedes presentar un equipo, te dan el partido por perdido.
“Nadie quiere encontrarse en esa situación”, dijo Kiffin.
El fútbol americano no es el único deporte estadounidense donde hay gente que se niega a vacunarse. Miren lo que dijo Bryson DeChambeau, un jugador de golf que ya tenía fama de petulante y egocéntrico antes de hacer comentarios que revelaron su ignorancia acerca de las vacunas.
“Soy joven, prefiero dejarle la vacuna a alguien que la necesite”, expresó. “No la necesito. Soy una persona joven, saludable, y seguiré cuidando mi salud”.
Aparentemente DeChambeau ha estado tan ocupado sacando músculo y tratando de hacer disparos de 400 metros que no presta mucha atención a las noticias. De haberlo hecho, sabría que mucha gente joven está siendo hospitalizada —y algunos muriendo— a pesar de que eran personas saludables antes de contagiarse del virus.
Y también hubiera sabido que cualquiera que quiera vacunarse en Estados Unidos puede hacerlo. Y rápidamente.
Hay además gente como el técnico de Washington State Nick Rolovich, quien debería dar el ejemplo a sus jugadores. A Rolovich, sin embargo, le prohibieron hablar con la prensa porque se niega a vacunarse. Y hace poco dijo que no sabía cuántos de sus jugadores se habían vacunado.
Las casas de apuestas pronostican que sus Cougars ganarán seis partidos esta temporada. Aunque es posible que no lleguen a disputar seis encuentros en toda la temporada si hay contagios en sus filas.
La decisión de no vacunarse conlleva consecuencias. Contagiarse es una de ellas, desde ya.
Pero también hay consecuencias laborales. En todo el país, las empresas, escuelas y oficinas del gobierno están empezando a exigir vacunas para conservar sus empleos.
El deporte no tiene por qué ser diferente. Por el bien de su deporte y de sus compañeros, los deportistas deberían tener una decisión sencilla por delante: Vacúnense o váyanse a casa.