TOKIO (AP) — Apenas 19 años después de una devastadora derrota en la Segunda Guerra Mundial, los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964 ofrecieron a Japón la oportunidad de resurgir de sus cenizas como un país innovador, con trenes bala, radios a transistores en miniatura y una renovada reputación.
El espíritu pujante de Japón está nuevamente en evidencia, tratando de sacar adelante unos Juegos Olímpicos en medio de una pandemia brutal. Esta vez, el reto que tiene es diferente y lo afronta con una fuerte oposición del público a la realización de la justa e interrogantes acerca de quién se beneficia con los juegos.
Roy Tomizawa, quien acaba de publicar un libro sobre los juegos del 64, describió esa justa de hace 57 años como unos “juegos de la inclusión” en un email enviado a la Associated Press.
Esta edición, sostuvo, son los “juegos de la exclusión”. Pero alberga ciertas esperanzas.
“Estés de acuerdo o no con el gobierno japonés, los juegos se harán a pesar de los grandes riesgos” de una propagación del COVID-19, expresó Tomizawa. Acotó, sin embargo, que, a la larga, podrían terminar siento también unos “juegos de inclusión”.
“Aunque será muy difícil”.
“Organizar unos juegos durante esta pandemia es como Simone Biles tratando de hacer un doble salto de Yurchenko, algo tan difícil que ninguna otra gimnasta quiere intentarlo. Biles lo puede hacer. Y Japón tal vez también”, manifestó Tomizawa.
El libro de Tomizawa se titula: “1964: El año más importante en la historia de Japón: Cómo los Juegos Olímpicos de Tokio simbolizaron el milagroso renacer de Japón de sus cenizas”. Salió a la venta el año pasado, meses antes de que se aplazasen los juegos.
Tomizawa habla del enorme esfuerzo realizado en el 64.
“La policía limpiaba las calles de carteristas y se aseguraba de que los bares cumplían la orden de cerrar temprano. Todos, hombres, mujeres y niños, se preparaban para darle la bienvenida al mundo, convencidos de que era su deber cívico asegurarse de que los extranjeros que viniesen no se verían privados de nada”.
Fue el año en que Cassius Clay ganó el campeonato mundial de los pesos pesados y pasó a ser Muhammad Alí. El australiano Roy Emerson y la brasileña María Bueno se alzaron con los títulos de Wimbledon. Arnold Palmer conquistó su cuarto y último torneo Masters de golf.
Fue también el año en que Yoshinori Sakai —nacida el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, el día en que cayó la bomba atómica en esa ciudad— encendió el pebetero para inaugurar los 18vos Juegos Olímpicos en el estadio nacional.
Tomizawa entrevistó a 70 deportistas de 16 naciones. “Algunos habían estado en Japón en los años 50 y 60. Creo que todos se sorprendieron cuando llegaron a Japón, convencidos de que se toparían con una economía muy rezagada”.
También los abrumó la naturaleza de los japoneses.
“Para los canadienses, los australianos, los estadounidenses, los británicos… eran un enemigo brutal”, relató Tomizawa. “Pero cuando llegaron, los recibieron cálidamente y los ayudaron y apoyaron mucho. Fue algo inesperado para todos”.
También encontraron una “enorme capacidad operativa”.
Los actuales organizadores de la justa necesitarán capacidades parecidas, aunque el solo hecho de poder completar la justa será considerado un éxito, sin importar las bondades de la competencia ni sus costos.