En la década de los noventa, cuando en México se cambió la denominación de la moneda, a nuevos pesos, a la par se vivía un fenómeno único, a partir del deporte, uno por cierto, bastante socorrido en la gran nación azteca, porque además históricamente fue parte de su tradición más pura.
Y es que el boxeo, ese que idolatró de este lado, a figuras que surgieron desde el barrio, con historias auténticas del venir de abajo, del sí se puede, teniendo a ídolos del corte de Salvador “Sal” Sánchez, Raúl “Ratón” Macías o Rubén “Púas” Olivares, sólo por mencionar a algunos, se había decantado por un tipo que pudo reavivar el boom de algo natural de casa.
Julio César Chávez González, un peleador del norte, nacido en Sonora, pero adoptado en Sinaloa, de donde parece, se siente más identificado, se convirtió en el nuevo ídolo, en el tipo que lograba conectar a todo un pueblo, porque sin rayar en la exageración, apenas unos cuantos se atrevían a perderse sus contiendas.
Las tertulias, casi siempre en las resacas dominicales, un día después de que JC se instalaba en un cuadrilátero para deleitar con el estilo más elegante que se recuerde del pugilismo, tenían precisamente como voces el triunfo del héroe de moda.
Batallas inolvidables, aderezadas con victorias, muchas de ellas con nocauts impresionantes, y como dueño de todo, a Chávez le tocó la opción de rubricar una marca que al momento nadie pudo siquiera igualar, pero que además apunta como casi imposible de superar.
El reto: llenar el Estadio Azteca, poner a prueba su arrastre, porque acá, en este nicho, era como un nuevo Pedro Infante. Y la historia le reservó una página inédita.
Julio César, al principio incrédulo de que podría validar una nueva hazaña boxística, se la pensóantes de darle el sí a su apoderado, un tal Don King, quien para ese entonces era el dueño del bisne y de toda la parafernalia, el hombre detrás del pugilista más grande de todos los tiempos de corte ‘mexa’.
Y fue precisamente este personaje, el de la melena alborotada en tonos negros, grises y blancos, quien logró el sí, y lo que siguió fue una velada única, espectacular y con triunfo incluido.
De hecho, y para calentar la reyerta, el rival, aunque con apenas recursos para ser un verdadero oponente, Greg Haugen, se atavió en el personaje del villano favorito, del ‘malquerido gringo mamón’ que se ganó a toda ley ‘el odio nacional’.
En su papel de ser una especie de aguafiestas, éste, con sus dichos, se encargó de ponerle picante y show a la previa, por lo que entonces la gente quería ver cómo su JC destrozaba al bocón. Nadie estaba dispuesto a perderse el ‘pelellón’, diría el mismo Chávez.
“Voy a ganar, he pensado tanto en ello, que me da miedo, porque tengo entendido que habrá 120 mil en el Estadio Azteca este sábado”, dijo Haugen el 18 de febrero de 1993, día en el que se celebró la última rueda de prensa en la que quiso ser el protagonista, según documentó en aquel entonces el periódico deportivo La Afición.
“Chávez está furioso porque no le tengo respeto, pero no estoy aquí para tenerle respeto. No tengo nada contra los mexicanos, yo mismo soy mitad indio, si alguien es racista es Don King. Pero estoy aquí para pelear. Realmente Julio no me cae bien y entre más lo veo más mal me cae. Él va a encontrarse con un lento hombre blanco que le dará una lección de boxeo que no olvidará”, remató el del vecino del norte, para quien su rival le guardó la tunda de su vida.
Era 20 de febrero de 1993 y según la cifra oficial, el Coloso de Santa Úrsula albergó en esa noche a 132 mil 247 personas; el inmueble más futbolero se convirtió en el escenario de una velada diferente y todo por ver al Gran Campeón Mexicano, como se le ocurrió apodarlo en ese instante al presentado estelar Jimmy Lennon Jr.
“Tenía emociones encontradas. Del vestidor al ring había mucha gente, hice 12 minutos caminando y no podía avanzar en la cancha de futbol. Tenía a Omar y Julio (sus hijos) atrás, pequeños”, recuerda Chávez en un serial de Azteca Deportes y resume lo que fue el pleito contra el tipo más sangrón.
“En el round uno lo tumbé, pero era mucha gente y no quería decepcionarlos. Luego me estresó la altura, me cansé, se me complicó, hasta que ya en el quinto round lo tumbé y gané”, rememora.
Así fue la pelea más grande, en la que además Julio César Chávez le ganó una apuesta de 100 mil dólares a su promotor, pues le cumplió lo de ganar por la vía rápida.
Cartelera Póker de Ases (20/02/1993)
- (Campeón) Chávez vs Haugen | Pela por el título Superligero CMB
- (Campeón) Terry Norris vs Maurice Blocker | Pelea por el título Superwelter CMB
- (Campeón) Michael Nunn vs Danny Morgan | Pelea por el título Supermediano AMB
- (Campeón) Azumah Nelson vs Gabriel Ruelas | Pelea por el título Superpluma
¿Cuánto costaban los boletos para ver a Chávez en el Azteca?
- $2,750 pesos
- $450 pesos
- $300 pesos
- $200 pesos
- $90 pesos
- $60 pesos
- $50 pesos
- $30 pesos
- $20 pesos
- $10 pesos
- $5 pesos