Deseado por toda Europa, Erling Haaland irrumpió en la nueva temporada de la Bundesliga con una determinación impresionante, como el delantero tremendo y decisivo de siempre para el Borussia Dortmund e imparable para el Eintracht Fráncfort (5-2), doblegado por dos goles y dos asistencias -casi tres- del ‘9’, aunque insuficientes para asaltar el liderato del Stuttgart.
Primero dio el 1-0, superado el minuto 20, a Marco Reus; después entregó el 2-1, en un contraataque letal, a Thorgan Hazard, a la media hora; y luego, un minuto más tarde, transformó el 3-1 mientras escuchaba el ruidoso rugido de su afición, que disfruta de un goleador incontestable, cuya voracidad no aparenta límite alguno, como demostró luego: clave en el 4-1, también fue suyo el 5-1.
El desafío del Dortmund para alcanzar el primer puesto en el Signal Iduna Park era imponente. El 5-1 con el que el Stuttgart había superado una hora antes al Furth o el 0-4 con el que el Hoffenheim había goleado al Augsburgo -el único visitante ganador en la primera cita- proponían un reto enorme para tomar el liderato.
Pero nada parece imposible para Haaland ni, por extensión, para su equipo, con una destreza en el contragolpe espectacular y con uno de los futbolistas más asombrosos del mundo en la actualidad, por la forma en la que se desenvuelve, por su talento, por su fútbol y, sobre todo, por lo más trascendente de todo, porque es definitivo.
Bajo esa condición inigualable, el Dortmund sentenció al Eintracht en el primer tiempo, por mucho que un gol en propia puerta pusiera alguna duda con el 1-1. Antes, Haaland ya había servido el 1-0 a Marcos Reus; después, dio el pase que convirtió un contragolpe en gol. De Thorgan Hazard. Todo condensado en 9 minutos.
Pero él es, sobre todo, un goleador, que pocas veces falta a su cita en cada partido con la cualidad que mejor lo define. Unos instantes después, anotó el 3-1. Entre la duda de la defensa del Stuttgart, una concesión inasumible cuando él está enfrente, Haaland tomó la pelota, corrió y definió ante Kevin Trapp, ya desbordado.
No fue más allá el marcador al intermedio del 3-1, porque, luego, el VAR rectificó el fallo del portero del Eintracht, que intentó impedir un saque de esquina y posibilitó el gol de Marcos Reus. La revisión de vídeo confirmó la apariencia de la acción: el balón había salido cuando Trapp lo entregó a su rival. Fue anulado.
No se conformó Haaland, que empezó la segunda parte con la intervención clave en el 4-1. No fue un pase de gol en toda su extensión, porque su intención era el tiro y porque tocó en un defensa, pero terminó en los pies de Giovanni Reyna. El estadounidense marcó con la derecha dentro del área pequeña (4-1).
Otra demostración de eficacia del Borussia Dortmund y otra acción crucial de Haaland, que aún sumó otro gol más, el 5-1, disparado en dos partidos de esta temporada: ha marcado cinco tantos y ha dado dos asistencias -tres si se contabiliza la de Reyna- entre la Copa de Alemania y la Bundesliga. En tan solo 180 minutos ha intervenido en ocho tantos. Una barbaridad mientras divisa la Supercopa alemana.