KIEV, Ucrania (AP) — El clavadista ucraniano Stanislav Oliferchyk lleva con orgullo el nombre de su difundo abuelo, que murió en la arrasada Mariúpol. Las tropas rusas convirtieron la ciudad portuaria en una zona de exterminio en el proceso para capturarla. Entre las ruinas, el anciano no pudo recibir el tratamiento contra el cáncer que necesitaba, dijo su nieto. Tenía 74 años cuando falleció en octubre.
Otra víctima de los meses de asedio ruso fue su flamante centro acuático. Oliferchyk tenía previsto utilizar el renovado complejo deportivo como base de entrenamientos para los Juegos Olímpicos de París 2024. Pero fue bombardeado el mismo día de marzo que un teatro de la ciudad. El ataque aéreo contra el teatro fue más letal contra la población civil conocido hasta la fecha en más de un año de guerra de Rusia en Ucrania. Una investigación de The Associated Press determinó que cerca de 600 personas fallecieron en el edificio.
Así que no hace falta mucho para entender el motivo por el que Oliferchyk, nacido en Mariúpol, está horrorizado ante la idea de que él y otros deportistas ucranianos traumatizados por la guerra tengan que dejar su conciencia y su rabia a un lado y competir contra atletas de Rusia y de Bielorrusia, aliada de Moscú, en la cita olímpica del próximo año.
“Estoy enfadado la mayor parte del tiempo. Ya no aguanto más cuando hay bombardeos”, afirmó Oliferchyk, de 26 años, que se coronó campeón de Europa en trampolín mixto de tres metros en 2019. “Quiero que Rusia nos deje vivir en paz y se aleje de nosotros”.
Desafiando la furia de Ucrania y los recelos de otras naciones, el Comité Olímpico Internacional está estudiando si permite la vuelta de los deportistas rusos y bielorrusos a la competición internacional y a los Juegos de París. Según el COI, su misión es promover la paz y la unidad, especialmente en tiempos de guerra. Además, cita a expertos en derechos humanos de Naciones Unidas que alegan, en base a la no discriminación, que los deportistas y árbitros de esos dos países no deberían ser vetados únicamente por su pasaporte.
Para los atletas ucranianos que tienen la vista puesta en París, la posibilidad de compartir piscinas, canchas y estadios olímpicos con competidores rusos y bielorrusos es tan desagradable que algunos dicen que no acudirán si eso ocurre.
Las hermanas Maryna y Vladyslava Aleksiiva, que ganaron el bronce olímpico en natación artística por equipos en Tokio 2021, están entre quienes dicen que boicotearían la competición.
“Debemos hacerlo”, señaló Maryna durante una entrevista con The Associated Press en la piscina en la que entrena en la capital ucraniana, Kiev.
Rusia es el gigante que domina ese deporte y ha conquistado el oro olímpico en los seis últimos Juegos.
Completando las frases de la otra, las gemelas ucranianas agregaron que “nuestra moral no nos permite estar cerca de… esa gente”.
A Oliferchyk le preocupa que puedan surgir problemas si los ucranianos se topan con rusos y bielorrusos en París, un escenario probable dado que los olímpicos de alojarán y comerán juntos en edificios en los suburbios del norte de la ciudad, a orillas del río Sena.
“Puede pasar cualquier cosa, incluso una pelea”, indicó Oliferchyk. “Simplemente, entre nosotros no puede haber apretones de manos”.
Tener que entrenar en medio de una guerra también deja a los aspirantes olímpicos ucranianos en desventaja. Los bombardeos de las tropas del Kremlin han destruido centros de entrenamiento. Las operaciones aéreas interrumpen su trabajo. Han perdido familiares y amigos, o están consumidos por la preocupación de que eso pueda ocurrir. Como la invasión rusa también cerró el espacio aéreo ucraniano, viajar a competencias en el extranjero se ha convertido en una odisea que suele incluir largos viajes en tres hasta la vecina Polonia, para tomar un vuelo desde allí.
“Nuestros deportistas se entrenan mientras los misiles de crucero y las bombas vuelan”, dijo el ministro ucraniano de Deportes, Vadym Guttsait, en una entrevista con la AP.
Guttsait recordó una reunión con el presidente del COI, Thomas Bach, y ciclistas ucranianos refugiados en Suiza.
“Bach le preguntó a una de las ciclistas cómo estaba”, contó. “Ella comenzó a llorar, el preguntó por qué y ella le dijo que ese día (las fuerzas rusas) habían atacado su ciudad, donde estaban sus padres, y que estaba muy nerviosa”.
“Así es como se sienten todos los deportistas ante lo que está ocurriendo en Ucrania”, afirmó el ministro.