Conor Gallagher sale por el túnel de vestuarios con dirección al entrenamiento. Va tan concentrado en embarrarse de crema solar que se tropieza, despertando la risa de alguno de sus compañeros de selección. Un traspié que merece la pena y que viene a aliviar una de las grandes amenazas de Inglaterra en Catar: un calor que para ellos es inhumano.
Hasta 33 grados marca el termómetro en Al Wakrah, la localidad en la que los ingleses han ubicado su centro de entrenamiento. Un área más residencial alejada del lujo y la ostentación del centro de Doha.
Este calor es un arma en contra de Inglaterra, que ha cambiado los nueve grados del centro de preparación de St. George’s Park, en Burton Upon Trent, por los más de 30 de Catar. El debut, ante Irán a las 16:00 (local), es el que ha obligado a Gareth Southgate a programar los entrenamientos a la hora de máximo calor.
Los futbolistas tienen que acostumbrarse a estas temperaturas, después de que en los dos últimos grandes torneos (Mundial de Rusia 2018 y Eurocopa 2021), jugaran en condiciones más típicas para el futbolista inglés.
“Ha sido duro”, reconoció Conor Coady, que es consciente de que cuentan con apenas unos días para asentarse. “Es algo a lo que tenemos que acostumbrarnos, sentirlo y entenderlo, pero es duro. Es un ambiente muy diferente para nosotros. Queremos acostumbrarnos y disfrutarlo. Me gusta jugar con sol y eso, en casa, no ocurre muy a menudo”.
Gales también la sufre
Otras selecciones, como Gales, han respondido ante estas temperaturas con la reprogramación de los entrenamientos. Los de Robert Page tenían en su calendario entrenamientos a las 13:30, pero los han retrasado dos horas y media para que el golpe de calor no sea tan extremo. Ellos cuentan con la ventaja de que sus dos primeros partidos en la Fase de Grupos serán a las 22:00, hora de Catar.