El Real Madrid empató en su visita al Villarreal este sábado (0-0) en un partido con dos partes muy diferenciadas: una primera donde dominaron los locales y otra segunda en la que los blancos perdonaron a su oponente con dos balones a la madera, dando vida a un Sevilla que se queda a cuatro puntos del liderato de la Liga Santander.
El equipo merengue (que suma cinco visitas consecutivas empatando en La Cerámica) jugó al trantrán durante el primer acto para sobrevivir al hambre del ‘Submarino Amarillo’, pero cambió el chip en el descanso y lideró el juego con un Vinicius más vertical que nunca y con un Bale que estuvo a punto de llevarse el Goya al mejor actor revelación. El galés volvió a ser titular 168 días después contra todo pronóstico.
Fue uno de los encargados de besar la madera tras un contraataque ideado por Vinicius. El brasileño hizo lo que quiso con la defensa castellonense y sacó la cara por su equipo cuando las cosas pintaban muy feas, sobre todo en la primera parte. Los de Unai Emery dominaron las bandas y taponaron la salida del balón con Danjuma y Chukwueze muy cerca del gol en sendas ocasiones.
Courtois estuvo al mismo nivel que toda la temporada: sobresaliente, y su homólogo en el Villarreal, Gerónimo Rulli, no quiso ser menos y comenzó a ‘copiarle’ con paradas de mucho mérito. La balanza ya estaba girada. El argentino fue quien impidió -sin exagerar- que los blancos acabaran la segunda parte con tres o cuatro goles a favor.
Asensio, que ofreció más alternativas que jornadas atrás, también probó fortuna con un disparo desde la frontal y nuevamente Vinicius, en al costado zurdo, estrelló el balón en el lateral de la red ante la presión de la zaga local. El brasileño fue siempre la principal amenaza del Villarreal. Sin embargo, pasaban los minutos y el marcador no cambiaba pese al evidente giro de dinámicas.
Estupiñán, en un espejismo, se plantó mano a mano con Courtois tras pase de Alberto Moreno pero la jugada quedó invalidada por fuera de juego. Corría el minuto 90. En cualquier caso, el belga echó el candado y también detuvo esa jugada. Fue antes de que ocurriese la oportunidad más clara, ya con Hazard y Jovic en el verde, dando relevo para París, en una contra de manual que desarboló Rulli.
Jovic se hubiese llevado la gloria si su vaselina -un poco alta- hubiese caído un centímetro más abajo. El internacional serbio se echó las manos a la cabeza, consciente de la oportunidad perdida. En el rechace, Estupiñán sacó bajo palos un disparo potentísimo de Nacho que supuso la última ocasión del encuentro. Ya no quedaban más balas.
Con el pitido final, la Cerámica respiró -suman 10 de los últimos 12 puntos en Liga- al ver a los suyos en puestos europeos, mientras que los de Carlo Ancelotti seguirán en el liderato pese a perder dos puntos de ventaja respecto al Sevilla. Ahora solo hay cuatro de margen, pero la batalla liguera queda aparcada ante la guerra principal. El PSG de Ramos, Messi y Mbappé ya espera en el Parque de los Príncipes.