El tiro ha sido reproducido millones de veces en video y las redes sociales. Como lo hizo desde las gradas y antes de un partido, obviamente no contó.
Tal es el atractivo de Stephen Curry.
Cuando hace algo, todos voltean a verlo.
Para quienes no se han enterado de lo que hizo el sábado, esta es una síntesis. Se trata de una tradición que comenzó en el anterior hogar de los Warriors de Golden State, el Oracle Arena, y que se ha mantenido en el Chase Center. En el Oracle, lanzaba el balón desde el túnel al final de la sesión de tiros antes de un partido. En el Chase, ha sido desde distintas posiciones, la más reciente desde la esquina de las gradas. Un guardia de seguridad le pasa el balón y Curry lo envía al aro.
“Tiene alcance”, aseguró el entrenador de San Antonio Gregg Popovich.
Curry lo tiene todo, alcance, juego, anillos, carisma, habilidad y un rutilante palmarés. Forma parte de un equipo modelo, una arena recién inaugurada, una afición muy leal y, otra vez, un gran equipo. Es simpático. Es uno de los mejores personajes que se pueden entrevistar en la NBA. Ha embocado birdies en Augusta National, el mítico campo de golf. Creyó que podría asistir a la Copa Ryder como aficionado y que nadie se daría cuenta.
Cumplirá 34 años antes del final de la temporada, promedia poco menos de 28 puntos por partido y está jugando como alguien que podría llevarse el galardón al Jugador Más Valioso esta temporada. Golden State y Phoenix comparten la mejor marca de la NBA tras la jornada del lunes. Están dentro de los favoritos al título y en unos cuantos días Curry superará a Ray Allen como el líder de triples encestados.
Curry acumula 2.958 triples, después de los siete que consiguió el lunes en el triunfo ante el Magic de Orlando. Allen se retiró con 2.973. El sábado, los aficionados en Filadelfia o el lunes en Indiana probablemente recibirán un regalo, algo histórico cuando Curry se convierta en el Rey de los Triples.
La NBA tiene debates que nunca se zanjarán. Wilt Chamberlain o Bill Russell, LeBron James o Michael Jordan, Phil Jackson o Pat Riley, la dinastía de los Celtics o la de los Bulls.
La discusión sobre el mejor tirador realmente no está a discusión.
Es Curry. Caso cerrado. La clavada solía ser el tiro más increíble en el baloncesto. Ahora son los triples y Curry es la razón.
“Nunca ha existido nadie como él”, reconoció el entrenador de los Warriors, Steve Kerr.
Si la NBA tuviera una métrica de simpatía, Curry sería también el líder. Mide 1,90 metros y pesa 89 kilogramos, no 2,08 metros y 120 kilos. Y aunque ha desarrollado músculo en los últimos años, sigue conservando esa aureola sencilla. Juega como la mayoría de las personas creen que ellas lo hacen en los parques: gran manejo del balón, grandes tiradores. Pero Curry es un mago con el balón y un gran tirador, mientras cualquier otra persona consigue ocasionalmente un triple en las canchas callejeras y se la cree.
“Por alguna razón, prefirió tener un perfil modesto al inicio de su carrera”, dijo Popovich. “Es bajito. No era corpulento entonces. Siempre parecía que tenía 17 o 18 años. No lo veías y decías: ‘Hey, lo va a lograr’, pero al pasar los años y te percatas que es uno de los mejores tiradores que hayas visto, resulta obvio que se adueñará de todos los récords”.
Popovich tiene razón. Casi todos los récords de triples que existen en este momento le pertenecen a Curry o pronto serán suyos.
Nadie tiene más triples con un mismo equipo, o en una misma temporada, o en la postemporada. Encestó 30 ante Minnesota en la campaña 2018-19, la mayor cantidad que cualquiera haya conseguido ante un rival en una temporada. Tiene 163 en su carrera ante los Clippers, otro récord de todos los tiempos ante un rival. Ya superó a Allen en total de triples, incluyendo los playoffs. El único que récord que no tiene es el de más triples en un juego; su mejor marca es 13 y el récord es de 14, que estableció su compañero Klay Thompson.
“Es uno de los mejores jugadores en la historia del baloncesto”, afirmó Kerr. “Y es el mejor tirador de triples en la historia”.
