Un estreno a lo grande del técnico español Unai Emery resucitó a un Aston Villa que frenó en seco la reacción de un Manchester United improductivo, que no había salido derrotado desde que fue vapuleado por el City y, en un mal día, apenas sintió opciones de sacar nada positivo de Villa Park tras caer por 3-1.
El Aston Villa lanzó un mensaje de reacción al resto de rivales de la Premier League. Intenso, con colmillo, acertado en la definición, vertical. Superior en todo momento a un Manchester United que añoró al sancionado Bruno Fernándes, víctima de su endeblez defensiva y la impotencia de David de Gea, que recibió tres goles en cuatro disparos a su portería.
Cuando parecía que Ten Hag daba con la tecla, con una sola derrota en diez partidos entre Premier y Liga Europa, su equipo se desplomó en Villa Park. El impulso anímico que representó el estreno en el banquillo de Unay Emery propició una salida en tromba del Aston Villa, que a los siete minutos ya mandaba en el partido.
La pizarra de Emery comenzó a funcionar bajo un 4-4-2 calcado al del Villarreal, con el carril izquierdo para las incorporaciones de Digne y la movilidad de dos puntas que enloquecieron a los centrales del United. La movilidad de Watkins sacó de zona a Lindelöf y al espacio apareció Bailey, con velocidad y acierto en su zurdazo cruzado. Tan ajustado al poste que ni el pie de De Gea en su estirada pudo evitar el gol.
En uno de los clásicos del futbol inglés, el Manchester United añoró referentes. Con Cristiano Ronaldo en una guerra contra sí mismo, siempre al borde del fuera de juego, con poca participación y sin finura en el remate. Con Van de Beek desaparecido en la construcción y Rashford intrascendente.
Solo el espíritu de lucha de Casemiro y la efervescencia del más joven, Alejandro Garnacho, que lo intentó siempre, parecían dar un atisbo de esperanza a un equipo que a los once minutos ya perdía 2-0 tras una falta perfecta de Digne. Zurdazo de interior con efecto para aumentar la impotencia de De Gea en su estirada.
Con la grada encendida viendo a su equipo reforzado en la moral, Buendía acarició el tercero buscando una escuadra desde la frontal ante la pasividad defensiva de un Manchester United que tardó más de media hora en dejar un síntoma de reacción. Desde el criterio de Eriksen y el descaro de Garnacho, que recortó eléctrico y lanzó un disparo que sacó el ‘Dibu’ Martínez.
Fue un espejismo, pero en un solo minuto hizo más que en todo el partido el equipo de Ten Hag, con Cristiano Ronaldo marrando la única ocasión de la que dispuso, sin marca del rival, cabeceando abajo sin poder superar al portero argentino, que repelió el balón con los pies. La reacción tuvo su premio al borde del descanso, con el factor fortuna de lado de Shaw, en un grave error de Ramsey en un mal despeje que resolvió con un zurdazo a la nada que acabó dentro de la portería tras rebotar en el jugador del Aston Villa.
Le dejó una espina a Ramsey que se sacaría en el segundo acto cuando de nuevo el equipo de Emery salió a comerse al rival. Tras un zurdazo de Bailey como aviso, en la única parada de De Gea, llegó el tanto de la sentencia. El plan del técnico español se cumplía. El premio a su planteamiento tras dar el balón al rival y castigarlo con velocidad al contragolpe dio rápido sus frutos.
De un mal despeje de cabeza de Lindelöf nació una acción letal, con Watkins rompiendo por la izquierda, atrayendo rivales y dando un pase atrás que Ramsey convirtió en oro. Colocó el cuerpo y con el interior puso el balón en una escuadra para sacar a los Villanos de la zona de peligro de la clasificación. Porque ya nada logró el United pese a domar el balón, perdonando Dalot la ocasión más clara de la que dispuso, pero sin la convicción de ir a por el rival en ningún momento ni poner en apuros la primera alegría del regreso de Emery a la Premier.