Apuntes perdidos: Eder olímpico: Revancha consumada

Apuntes perdidos: Eder olímpico: Revancha consumada

Por Marco Antonio Domínguez Niebla

Eder Frayre consumó el sueño de toda su vida. “Que es el de cualquier niño que practica deportes”, dice.

En Aguascalientes, el ciclista ensenadense ganó la eliminatoria entre los aspirantes a competir en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Hace cinco años, previo a Río 2016, la meta olímpica hubo de posponerse. Y Eder hubo de recuperarse del golpe. “Fueron dos ponchaduras”, explica en torno al motivo del resultado por 2016.

La experiencia fue bien capitalizada. Y al Velódromo hidrocálido, llegó con su bicicleta, valuada en alrededor de 300 mil pesos y ganada a pulso durante una trayectoria profesionalsarrollada en Europa y Estados Unidos, a donde emigró desde muy temprano.

“Desde que supe que era elegible me preparé cuidado el más mínimo detalle y yo mismo estoy sorprendido de mi rendimiento. No tengo presión, luché para esto y quiero dar una alegría a la gente que me ha apoyado”.

En la actualidad es integrante de uno de los mejores equipos del muegión de Los Ángeles, “donde me dan lo mejor: represento a las mejores marcas del mundo en bicicleta, casco, ropa y lentes, lo que fue de mucha ayuda para conseguir el pase a Tokio porque el ciclismo es un deporte carísimo”.

Lo conseguido, valoró, tiene un mayor significado porque ha podido derrumbar mitos en cuanto a racismo y en cuanto a demostrar que “los latinos no somos insables y pueden creer en nosotros”.

Las primeras salidas en bicicletas las dio a los cinco años, pero fue hasta las etapas juveniles “cuando me di cuenta de que quería destacar saliendo a competir con la gente que admiraba, los europeos principalmente.

Me fui a los 18 cuando no nos tomaban en cuenta. Fue un equipo español el que me llamó y tuve que aprovechar e irme solo, a la aventura para ver cómo me iba. Así que ha sido un largo camino que culmina con el pase olímpico”. Pasada más de una década reconoce que entre los sacrificios pesó sobre todo la distancia con su familia.

”Pero hoy puedo disfrutar la calificación olímpica con ellos: mis padres, mis hermanos y toda la gente que me ha apoyado”. Lo secunda Mario, su padre, quien califica al tercero de sus cuatro hijos como “un joven dedicado, humilde, disciplinado, muy noble y competitivo”, al que vio derrumbarse ante el objetivo trunco de 2016 para luego levantrarse con el pase olímpico (2020/21) que “ya tenía asegurado desde mucho antes de que finalizara esa carrera en Aguascalientes por la distancia que sacó a los dos competidores que aspiraban a la plaza por más de 15 kilómetros”.

Aun cuando el ciclismo mexicano sólo registra dos medallas olímpicas (Manuel Youshimatz en Los Ángeles 1984 y Belém Guerrero en Atenas 2004), el pedalista bajacaliforniano de 29 años apela a su intución rumbo a sus concentraciones rigurosas en cuanto a protocolos anti-COVID-19 antes de viajar a Tokio para competir desde el 24 de julio. “(La clasificación a Juegos Olímpicos) podría ser el límite, pero tengo un presentimiento igual al de la eliminatoria: sabía que no se podría escapar el boleto olímpico”. Esa misma intuición lo anima a pronosticar su futuro inmediato como ciclista olímpico mexicano: “Sé que viene algo más grande”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *