PARÍS (Enviado especial).– LeBron James, Stephen Curry y Kevin Durant, superhéroes sin capa, aterrizaron con su nave sobre el parqué del estadio Bercy Arena, en el Distrito 12 parisino, junto al río Sena, para seguir aumentando el brillo de sus legendarias historias.
El seleccionado de básquetbol de los Estados Unidos se adueñó de la quinta medalla dorada olímpica consecutiva. En París 2024, a un día del cierre de los Juegos Olímpicos y en uno de los eventos de mayor demanda y efervescencia, el equipo dirigido por Steve Kerr derrotó a Francia 98-87 y se colgó el oro por decimoséptima vez.
“Tenemos una oportunidad entre catorce millones, pero vamos a aferrarnos a ella”, había dicho el capitán francés, Nico Batum, jugador de Los Angeles Clippers.
Los locales tenían recursos técnicos y emocionales como para esperanzarse, pero eran conscientes de que debían hacer un trabajo casi perfecto para vulnerar a LeBron y compañía.
Victor Wembanyama, el gigante de 2,24 metros y 20 años que es parte de la reconstrucción de San Antonio Spurs, era la carta ganadora. Pero la repetición de la final olímpica de Tokio 2020 (aquélla, sin público), fue nuevamente para los norteamericanos.