Apenas faltan 18 días para el comienzo de los Juegos Olímpicos de París 2024 y Yaroslava Mahuchikh dio un salto histórico. Lo consiguió justamente en la capital francesa, en el estadio Sébastien Charléty y no en el Stade de France que recibirá las pruebas de atletismo a partir del 1 de agosto. La atleta ucrania consiguió una marca de 2,10m, un registro sorprendente para una mujer de 22 años que nunca había pasado de 2,06m, y así logró superar un récord del mundo (2,09m) que estaba a punto de cumplir 37 años. La plusmarca la tenía la búlgara Stefka Kostadinova, quien, como su sucesora, tenía 22 años aquel 30 de agosto de 1987.
“Me siento fantástica porque ha sido un salto increíble y encima he conseguido hacerlo en mi primer intento”, señaló la ucrania luego de establecer la nueva marca y reconoció: “Mi entrenador me dijo que tal vez debería dejarlo porque se acercan los Juegos Olímpicos, pero yo sentía por dentro que podía hacerlo y, para ser sincera, quería intentar el récord del mundo. Y lo conseguí en mi primer intento”.
Kostadinova no fue tan sorprendente. El año anterior, en 1986, ya había igualado el récord del mundo de su compatriota Lyudmilla Andonova (2,07m) y seis días más tarde se lo apropió con un salto de 2,08m. Su última mejora llegó en una tarde memorable durante el Campeonato del Mundo de Roma con el Estadio Olímpico abarrotado de público.
El diario El País de España reflejó en una nota lo que acontecía en aquel certamen de 1987. Los simpatizantes, que llenaban las tribunas cada día, no querían perderse el duelo entre los dos hombres más rápidos del mundo: Ben Johnson contra Carl Lewis. El canadiense, con una llamativa hipertrofia muscular que tiempo después se descubriría que era gracias a los esteroides, una flecha en cuanto sonaba la pistola, batió al hijo del viento con un nuevo récord del mundo (9,83s, por primera vez alguien bajaba de 9,90s). Minutos después, con el público excitado por la histórica carrera de 100 metros, Kostadinova, camiseta roja de tirantes y pantalón blanco, saltaba 2,09m en altura y lograba el segundo récord del mundo de la tarde. Una plusmarca que iba a durar casi 37 años, hasta que el último fin de semana una ucrania rubia y sonriente, Yaroslava Mahuchikh, revolucionó la prueba en la reunión de París de la Diamond League. Mahunchikh ganó el concurso con 2,03m y pidió a los jueces que pusieran el listón en 2,07m, un centímetro por encima de su marca personal, renovada al segundo intento. Entonces ya se atrevió con el récord del mundo y lo saltó en el primer intento.
La felicidad de la ucraniana Yaroslava Mahuchikh, luego de batir el récord mundial de salto en alto después de 36 años – Créditos: @GEOFFROY VAN DER HASSELT
A Ruth Beitia, la plusmarquista española con 2,02m, le sorprendió la gesta de Mahuchikh. “Yo siempre pensé que el récord del mundo de salto de altura lo vería en directo y dentro de la pista. Y vi muchos intentos, pero nadie lo consiguió. Yo creía que lo batiría (la croata) Blanka Vlasic, pero al final no pudo (se quedó en 2,08m, como la sueca Kajsa Bergqvist, que saltó esa altura en pista cubierta). Lo que más me gusta de la ucraniana es su pierna libre (la contraria a la pierna de batida), me encanta cómo la lanza y creo que es lo que más la caracteriza”.
El periodista Martí Perarnau, que fue saltador de altura y olímpico en los Juegos de Moscú 80, hizo la retransmisión en catalán de aquel Mundial de 1987 con José María Odriozola como comentarista. “Yo me acababa de retirar y no me sorprendió aquel récord de Kostadinova. Me ha sorprendido más este porque pienso que, en cierto modo, Mahuchikh estaba estancada si se tiene en cuenta que con 18 años saltó 2,04m y no había conseguido pasar de 2,06m. E igual que su progresión estaba atascada, se había convertido en una saltadora muy constante sobre los dos metros —supera esa altura, sin interrupción, desde 2019—. Pero mejorar cuatro centímetros de golpe es muchísimo”.
La felicidad de la ucraniana Yaroslava Mahuchikh, luego de batir el récord mundial de salto en alto después de 36 años – Créditos: @GEOFFROY VAN DER HASSELT
Perarnau recuerda que la especialidad, en 1987, venía de Rosemarie Ackermann, la primera en saltar dos metros, todavía con el estilo de rodillo ventral —de cara al listón—, y Sara Simeoni, un centímetro más, ya con el Fosbury flop —de espaldas—. De Mahuchikh destaca que, aparentemente, no tiene nada excepcional. Pero solo aparentemente. “La ucraniana tiene una carrera muy ortodoxa, con zancadas muy amplias, pero no tiene unos tobillos en carrera superágiles; saltando es otro asunto. La carrera de aproximación es muy ortodoxa pero muy normal. A cambio, tiene una gran explosividad en la batida, bestial. Tampoco es Bergqvist arqueándose de una manera que te hace sufrir por su espalda. Tiene un arqueo y un franqueo muy ortodoxo, pero nada fuera de lo normal. La clave es la reactividad en la batida: en un tiempo muy breve es capaz de meter una fuerza muy potente. Y debe ser muy armónico el tiempo de batida con la fuerza que aplica”.
El exsaltador olímpico también recuerda que el récord de Kostadinova llegó en un momento álgido del atletismo. “Era la segunda edición de los Mundiales y Roma llegó en el año del mandato de Primo Nebiolo, con Samaranch apoyando a muerte, con los Juegos de Barcelona en el horizonte… Italia era una locura. Entonces un Mundial era como unos Juegos Olímpicos: era la gran fiesta, el gran acontecimiento, y más tras dos Juegos con boicots. Estados Unidos estaba a tope, la Unión Soviética también, Alemania Oriental también, con aquel proyecto tan oscuro… Era un momento feroz con todavía mucho dopaje y muy poco control antidopaje, como supimos tiempo después”.
No menos memorable fue la tarde de este domingo en París, donde la keniana Faith Kipyegon superó su plusmarca mundial de 1.500 al imponerse en una gran carrera con un tiempo de 3m 49,04s (la española Esther Guerrero fue duodécima después de hacer 3:59.74, segunda mejor marca española de todos los tiempos). Además, tres hombres, con el argelino Djamel Sedjati al frente, bajaron de 1m42s en los 800 metros.