Por Marco Antonio Domínguez Niebla / AGP DEPORTES
No lo vi nunca en persona, paseando por Petco Park. El trámite para conseguir la acreditación de prensa en San Diego es cada vez más esquivo y engorroso. Pero a primera vista, a la distancia que interponen las imágenes fotográficas y de video, de acuerdo a su mirada y su sonrisa, parecía un buen hombre.
Al menos él hizo su trabajo. Puso el dinero y convirtió a los Padres en noticia y en lo que escasamente han logrado ser: protagonistas.
Los sacó del fondo, del oscuro sótano del Oeste, de la mediocridad, de ser uno del montón como han venido siendo la mayor parte de los años desde el 69.
Peter Seidler murió el martes 14 de noviembre de 2023, una fecha que desde ya es parte de la historia del beisbol en San Diego.
Reportan que la extrema delgadez mostrada durante sus últimos años tenía una explicación: padeció dos episodios de cáncer. El tercero acabó con su vida.
De estirpe Dodger -por ser descendiente de los O’Malley, propietarios de la franquicia primero de Brooklyn y luego de Los Ángeles-, se convirtió en un competidor sólido para la organización arraigada desde esa ramificación familiar.
El capítulo más recordado en ese sentido resultó la eliminación en solo cuatro juegos de la serie divisional de 2022 cuando el ganador fue el de San Diego y no el de Los Ángeles. Llegó lejos entonces, pero el banderín de la liga y el camino a una eventual tercera Serie Mundial encontraron una resistencia llamada Phillies.
Llegado con los propietarios de 2012 y transformado en dueño mayoritario en 2020, autorizó lo de Tatis con Machado y Juan Soto, lo de Snell y Hader, entre otras firmas estelares.
Y le soportó todo al cuestionado gerente devorador de managers, A.J. Preller, como soportar debe todo dueño que confíe en su subordinado.
Además, cuentan, trabajó con ahínco como líder de acciones comunitarias hacia los sectores menos favorecidos de San Diego, la ciudad a la que manifestó su amor con hechos manifiestos.
Los resultados al final han quedado distantes de sus intenciones.
Y pese a no ver a sus Padres campeones y despedirse de ellos en plena incertidumbre, sin manager ni dueño, supongo que partió en paz, con la paz que transmiten aquellos hombres cuya mirada los delata.