Arrollado la última jornada, con el 7-0 en Anfield, relanzado entre semana en la Europa League y mermado este domingo por la expulsión de Casemiro, la segunda en mes y medio del centrocampista brasileño, el Manchester United igualó sin goles contra el Southampton, el último de la clasificación, entre la exhibición de los dos porteros, De Gea y Bazunu, puntuales y salvadores cuando exigieron sus paradas.
Más allá del marcador, del desenlace, la desolación de Casemiro. Minuto 34. Expulsión justa, imprudente, irrebatible en cuanto el árbitro, Anthony Taylor, vio su entrada por el suelo en el monitor, con la plancha de su pie derecho a la altura de la espinillera de Carlos Alcaraz en medio campo. Una acción desmedida, sin duda. Sin mala intención. Tarjeta roja.
Ni siquiera protestó el centrocampista brasileño. Sin palabras, asumió la consecuencia, se disculpó con el medio centro argentino de 20 años, lo abrazó y tomó el camino del vestuario cabizbajo, con la mirada perdida, hacia el suelo, consciente de la dimensión del lance, quizá también del infortunio. Incluso antes, soltó alguna lágrima.
Una imagen valió más que mil palabras en torno a Casemiro y un momento que puso todo en ebullición para el Manchester United salvado por David de Gea antes por una parada sobresaliente, una más este curso del portero, que voló para golpear con su mano derecho el testarazo de Walcott; sin apenas ocasiones suyas hasta entonces, nada más un remate de Marcus Rashford, y en vilo con el posterior lanzamiento de falta.
No fue gol porque la carambola, entre el intento de Ward Prowse, un especialista a balón parado, y el golpeo en el cuerpo de Rashford salió fuera como podría haber ido dentro, con De Gea como una estatua que sólo sintió alivio cuando confirmó que el rebote terminaría fuera de su marco. Otro susto para el United, que se levantó de la lona de inmediato: el remate de Varane instantes después lo repelió de forma milagrosa el guardameta Bazunu. Al final todo terminó en un 0-0.