TOKIO (AP) — Pareciera que casi todo el mundo en Japón está alucinando por Shohei Ohtani, y el entusiasmo se extiende a sus compañeros de selección.
Entre ellos están Lars Nootbaar, el jardinero de los Cardenales de San Luis. Nootbar es el primer pelotero en el equipo nacional por ascendencia. Su madre Kumi nació en Japón.
Nootbaar acaba de incorporarse al equipo y si acaso conoce al astro de los Angelinos de Los Ángeles. Pero ha quedado impresionado, lo cual se queda corto. Nootbaar presumía sobre Ohtani ante pequeño grupo dentro del Domo de Tokio que incluía a Bobby Valentine, ex mánager en las Grandes Ligas y Japón.
“Es un jugador asombroso”, dijo Nootbaar sobre Ohtani.
De repente, Ohtani apareció, le dio un rápido abrazo a Nootbaar y desapareció por un pasillo.
“Es algo que nunca había visto. Es alguien especial”, añadió Nootbar.
A lo cual Valentine respondió: “Disfruta”.
Es lo que Nootbaar está haciendo.
Instantes después, en una atestada rueda de prensa, Nootbaar abundó más sobre Ohtani, el probable abridor de Japón el jueves contra China en su debut en el Clásico Mundial. Una vez cumpla con su apertura, Ohtani pasará a ser el bateador designado.
Nootbaar ha sido el primer bate de Japón en los juegos de preparación y ese sería su turno más adelante en uno de los equipos favoritos al título junto a la República Dominicana y Estados Unidos.
“Como todos ustedes, creo que me comporto como un fanático al poderle verle”, dijo Nootbar. “Me siento afortunado de ser testigo de primera fila. Me ha asombrarlo verle hacer su rutina, cómo se maneja dentro y fuera del terreno”.
“Es algo que nunca había visto”, añadió. “Es un fenómeno y es mucha mejor persona”.
Los japoneses tienen una palabra para describir a Ohtani — “nitoryu” — que alude a los combates con dos espadas de los samurai. Se refiere a hacer dos cosas al mismo tiempo.
Ese es Ohtani. Es un lanzador. Batea muchos jonrones.
Y su regreso a Japón, tras una larga ausencia, para jugar en el Clásico Mundial ha evocado el frenesí en torno a los últimos juegos de Ichiro Suzuki en las mayores hace cuatro años, igualmente en el Domo de Tokio.
Ohtani agitó más la euforia. Sacudió un par de jonrones de tres carreras en Osaka el lunes, cuando Japón disputó un fogueo contra los Hanshin Tigers.
Previo a ese juego de exhibición, el diario Sports Nippon destacó en un titular que habían transcurrido 1.974 días desde la última vez que jugó en Japón. Eso fue el 9 de octubre de 2017, su último partido con los Nippon-Ham Fighters antes de firmar con los Angelinos.
De la misma manera como ocurre con Naomi Osaka, Ohtani no sólo es una estrella japonesa sino una figura global que capta contratos de patrocinios que fijan récords. Se dice que Ohtani cobra 20 millones de dólares por patrocinios, muy por encima de sus colegas en MLB.
Ohtani es la imagen de marcas de prestigio, un banco japonés y un fabricante de relojes japonés. Su rostro está en todas partes, hasta en afiches en tiendas por departamento que venden cosméticos para hombres.
Osaka, quien está embarazada y se ha apartado del tenis, es la deportista mujer que más ingresos genera en el mundo.
Ohtani firmó un contrato de 30 millones con los Angelinos para la campaña de 2023. Será agente libre al cabo de la misma y su próximo contrato podría ser el más jugoso de un pelotero de las Grandes Ligas.
Koichi Nakano, observador de la política japonesa que enseña en la Universidad Sophia de Tokio, dijo que la “idolatría hacia Ohtani en Japón refleja el sentido de inferioridad que se tiene hacia la cuna del béisbol, que es Estados Unidos”.
Nakano resaltó el impacto de Ohtani. La televisión japonesa suele no cubrir los debates en el Parlamento, pero no deja pasar lo que hacen los “héroes” como Ohtani que brillan en Estados Unidos.
“Por la tanto, cada vez que una ‘exportación’ japonesa que se destaca mucho en MLB, el japonés se encandila”, dijo Nakano.