Antonella Roccuzzo, la esposa de Lionel Messi, ha sido una de las grandes protagonistas de Qatar sin haber pisado las canchas. No es para menos. Después de todo, es bien sabido que si Messi ha logrado el sueño, es en gran parte por ella y el apoyo incondicional que siempre le ha dado al mejor futbolista del mundo.
Porque siempre ha estado ahí, a lo largo de su carrera. Si Messi gana, Anto – como él la llama – festeja con él y su trío de hijos: Thiago, Mateo y Ciro. Y si cae derrotado, es la primera en brindarle consuelo. Esta vez fue lo primero.
Después de cuatro mundiales juntos, Roccuzzo pudo celebrar al lado de Messi el campeonato del mundo. El título que les faltaba en el palmarés y que muchas veces llevó al futbolista argentino a ser blanco de las críticas, mismas a las que ella ha salido en su defensa por donde sea necesario. Hoy, puede presumir levantar la Copa del Mundo como una más del equipo.
Quienes no conocen su historia, podrían decir que es una salida de cuentos de hadas y que es exagerada. La historia de amor entre ambos inició en su niñez. Durante su juventud, Messi tuvo que irse a Barcelona por el tema de su formación en el Barcelona. Parte de su contrato consistía en que el equipo blaugrana pagaría el tratamiento hormonal del futbolista. Desde los 13 años que la Pulga se fue de Argentina, la distancia no pudo juntarlos de nuevo hasta el 2005, que Lio volvió a su país.
Poco tiempo después, Messi ya comenzó a presentar a Antonella como su novia. A partir de ahí, la relación entre ambos no ha tenido ni un solo escándalo que haga dudar que ambos no son el uno para el otro. A lo largo de Qatar 2022, Anto no se despegó ni un momento de la selección albiceleste y en cada partido iba acompañada de su familia, portando siempre el icónico 10 de Messi.
Ahora ha estado en la cancha y se ha dado el lujo de besar la Copa del Mundo, esa que dicen que solo puede ser tocada aquellos que han ganado un campeonato mundial de la FIFA y mandatarios de los países. Y desde ahora, también, por Antonella Roccuzzo.