Argentina y la prueba de que el futbol sería muy aburrido sin alguien a quien odiar

Argentina y la prueba de que el futbol sería muy aburrido sin alguien a quien odiar

Aceptémoslo: el futbol sería muy aburrido si todos nos cayeran bien. A ver, lo de Marruecos y lo de Japón es conmovedor. Se ganaron la admiración de todo el Mundo con su gran participación en Qatar 2022. Pero en este juego, como en tantos ámbitos más de la vida, se necesita equilibro. Ellos son los niños buenos y tienen merecido hasta el último aplauso por su nobleza y, principalmente, por su buen talento (porque las buenas intenciones no bastan para ganar respeto en el futbol).

Pero si este deporte mantiene en vilo a millones de personas en los lugares más recónditos de la Tierra no es precisamente gracias a los buenos ejemplos. El futbol necesita villanos, alguien a quien odiar, alguien cuyas derrotas se gocen tanto como victorias propias. Pueden ponerle el nombre que sea: Real Madrid, Barcelona, Argentina, América, Boca Juniors. Siempre hay alguien a quien detestar.

Y que no se quejen los odiados, porque esa condición es la que los separa del resto. ¿Qué puede hacer sentir más orgullo que ganar cuando todos querían verte derrotado? ¿Cómo entender que vives en la mente de millones de detractores que prenden la televisión, compran un boleto, dejan ir dos horas de su vida con el único anhelo de que alguien te gane?

Y lo mejor de caso: muchos te odian, pero muchos (quizá más, quizá menos, sabrá dios) te adoran hasta la médula. Los lamentos por cada triunfo argentino en Qatar 2022 son directamente proporcionales a la pasión con la que se han gritado los goles albicelestes en Bangladesh. Vamos, que es imposible caerle bien a todo mundo y también es imposible que todo mundo te odie.

El domingo muchos aficionados al futbol seguirán en la misma línea de las últimas semanas: apoyar al que vaya contra Argentina. Es la última oportunidad que les queda. Les falló México (para sorpresa de nadie), y Polonia, y Australia, y Países Bajos y Croacia. Su última esperanza se resguarda en los pies de Kylian Mbappé. Eso le ha dado sentido a la Copa del Mundo para ellos: la emoción, la ilusión, la expectativa de ver perder a Argentina.

¿Y si Argentina, como tantos querían, hubiera quedado fuera en fase de grupos? ¿El Mundial habría tenido sentido para ellos? No seamos tan terminantes ni tan ingenuos. Sí, lo habría tenido: habrían encontrado a alguien más a quien odiar. Brasil, Neymar y sus bailecitos provocadores; España y su costumbre de sentirse inventores del futbol; Inglaterra porque sí, y Francia porque es insultante que anoten goles tan fácilmente.

En el futbol hay una ley no escrita que dice más o menos lo siguiente: las derrotas del rival se celebran como si fueran victorias propias. Puede ser una postura pusilánime, antideportiva, y reprobable. Pero no deja de ser verdad, por más que todos se pongan la máscara. Siempre hay alguien a quien se le desea que pierda. Y en este Mundial ese deseo lo ha absorbido Argentina. Ya envueltos en las teorías conspiranoicas de que este Mundial está armado para Messi, la marea anti no ha dejado de ver el torneo (si algo es falso y predecible, ¿para qué lo ves?), sino todo lo contrario: se mantienen atentos a cualquier esbozo de tristeza argentina.

Hasta acá han llegado un mes después: siempre pegados a la pantalla. Y entonces, si Argentina pierde, por fin se sentirán felices y descargarán todos los chistes reservados ansiosamente para ese momento. Y si Argentina gana, confirmarán de dientes para fuera que esta Copa estaba armada y que todo es un fraude. Pero en sus adentros hasta el más odiador sabe que el futbol no tendría sentido sin alguien a quien odiar. Gracias a eso, al lado deplorable de la conducta pasional, es que tienen sentido las hazañas marroquíes y japonesas. Es el día y la noche. Lo mejor y lo peor se necesitan porque si no, el futbol moriría de aburrimiento.

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