Los goles Paulo Dybala y Chris Smalling sirvieron a la Roma de Mourinho, en su retorno al Meazza, para ganar 2-1 y alargar de esta manera la crisis de juego y resultados en la que se ve envuelto un Inter de Milán opaco, sin brillantez y que echa de menos a Lukaku en ataque.
Avisó el Inter por medio de Dzeko en el minuto 10 con un tanto que a la postre fue anulado por fuera de juego en una jugada que evidenció una brutal falta de contundencia defensiva por parte del Roma, endeble e indecisa en la frontal del área propia.
Las acciones individuales fueron la única manera de generar peligro hasta que, a la media hora de partido, el Inter conectó. Barella, lejos del nivel mostrado en la campaña pasada, interpretó a la perfección el desmarque de Dimarco, quien hizo el 1-0.
Mourinho optó para el choque por mantener su doble pivote con Matic y Cristante, sacrificar a Abraham en punta y meter de inicio a un Dybala que llegó tocado y que a los 60 minutos tuvo que ser sustituido, de nuevo visiblemente dolorido.
Se la jugó el técnico luso. Respondió la Joya con el empate. Gol ante un equipo que le pudo fichar en verano, pero que no se decidió. Spinazzola robó sobre Barella, levantó la cabeza y puso un balón perfecto desde el perfil zurdo a las botas de Dybala, que rubricó una potente volea picada que botó y complicó la trayectoria a Handanovic. La contienda inició de nuevo.
Sin embargo, cuando mejor estaba el Inter y más sufría el Roma, llegó el gol salvador de los romanistas. Smalling acudió al rescate en el 75 con un testarazo, marca registrada, a centro preciso de Pellegrini, con el que nada pudo hacer Handanovic vendido bajo palos.
Finalizó el partido en Milán. Respiró la Roma. Mourinho salió con tres puntos de la que fuera su casa y se coloca cuarto a la espera de lo que hagan sus vecinos del Lazio y el Milan, a los que cede la presión. El Inter se queda séptimo (con cuatro derrotas en sus últimos seis partidos), fuera de puestos europeos, a merced de lo que haga el Juventus.