Andrés Lillini, técnico de Pumas, aseguró que “no se bajará del barco”, una vez que se concretó la eliminación al caer 2-1 ante Puebla, -resultado que los margina de la lucha por un sitio en la Liguilla en definitiva-, esto ante la posible exigencia de la afición auriazul de realizar cambios ante el fracaso que se gestó.
Cuestionado sobre si pudo ser el final de su etapa en el equipo universitario, el estratega señaló que es una decisión que no le corresponde tomar, ya que es una situación que atañe exclusivamente a la directiva encabezada por Leopoldo Silva, aunque dejó claro que en su cabeza está mantenerse, si es que se le da el respaldo.
“Bajarse del barco lo veo como una cobardía; el esfuerzo no lo saco de mi cabeza de volver a hacerlo y por supuesto que luego hay situaciones que se analizarán. El futbol es muy simple en estas situaciones adversas. El ingeniero Leopoldo y Mejía Barón nunca me dieron la espalda, siempre están conmigo y eso se agradece eternamente, porque es ahí donde se agradece. De un barco nunca me bajé ni en lo personal ni en lo humano”, sostuvo en conferencia de prensa.
El argentino admitió, no obstante, que no supo gestionar las expectativas de una plantilla a la que le pusieron las exigencias demasiado altas, impulsadas por arribos de gente como Dani Alves o Eduardo Salvio, entre otros. A su parecer fue el mayor problema en el semestre, más allá de circunstancias como la falta de gol.
“Creo que se hizo una situación que no era propia del equipo en lo interno, y no es una cuestión de nombres y apellidos. Quizá me faltó permear eso al grupo, de bajar los decibeles y tendría que bajar las expectativas. Somos un equipo de lucha, de sacar situaciones difíciles importantes. No tenemos un jugador que pueda ganar un partido, dependemos que cada uno esté bien, en su máxima expresión, porque somos un equipo de mucha lucha. Tenía que bajarle las expectativas de todo lo que se había creado”.
Finalmente, Lillini detalló que el ambiente en el grupo no es el mejor, ya que no se cumplió con el objetivo deportivo que se habían trazado, sin el reparo en reconocer que se trató de un “fracaso”, palabra que no acostumbran utilizar los estrategas para hablar de su trabajo.
“Un sabor muy amargo, no cumplimos el objetivo deportivo que nos planteamos, nos quedamos fuera de todo, deportivamente es un fracaso. Tampoco es una cuestión de inversión. El sabor es de derrota, estoy derrotado, es lo peor que me puede pasar en la vida. Por supuesto el agradecimiento siempre”-