El 27 de julio de 2012, cuando la llama encendió el pebetero del Estadio Olímpico de Londres, la representación mexicana para los Juegos Olímpicos Londres sabía que habría momentos de felicidad, pero casi nadie apostaba porque la actuación de esa edición se convertiría en la mejor para el país fuera de lo hecho en México 1968.
Las medallas cayeron casi de inmediato y, para algunos, esa fue la clave del éxito restante, porque los deportistas que entraban a escena llegaban motivados, sin la clásica presión de tener que ser los primeros en romper el ayuno y evitar una tragedia como la de Atlanta 1996 donde no se consiguió ninguna presea.
El 30 de julio los clavadistas mexicanos Iván García y Germán Sánchez abrieron el contador con la medalla de plata en la plataforma de 10 metros sincronizados al conseguir 468.90 puntos tras una intensa batalla con la dupla china conformada por Cao Yun y Zhang Yanquan, ganadores del oro.
Un día después Paola Espinosa y Alejandra Orozco obtenían la misma presea en la plataforma 10 metros sincronizado femenino, la segunda para Esponisa después del bronce obtenido cuatro años antes en Pekín 2008 en la misma prueba, aunque con otra pareja, Tatiana Ortiz.
La tranquilidad de medallas apenas tuvo un día de sequía, pero el 2 de agosto la recompensa sería al doble con el bronce de la arquera Mariana Avitia en la prueba individual femenil y la plata de su compañero Aida Román, contra la que perdió en semifinales.
Román accedió a la lucha por el oro ante la coreana Ki Bo-Bae. Avitia se impuso a la estadounidense Khatuna Lorig por la presea del tercer lugar. En un solo evento México alcanzaba la cuarta presea, igualando lo hecho en Atenas 2004 y Pekín.
Los momentos históricos aún no terminaban y, tres días después, el 5 de agosto, Laura Sánchez, clavadista, obtenía el bronce en el trampolín de 3 metros, a lado de su entrenador y esposo Francisco Rueda, quien en 2004 había sido expulsado del deporte federado por abusar sexualmente de la medallista, cuando aún era menor de edad. Además se convertía en la primera mujer en ganar una presea individual en clavados para México.
Pero después de un arranque increíble pasaron cinco días de sequía antes de que dos éxitos golpearan la realidad mexicana. Primero María del Rosario Espinoza obtenía su segunda medalla olímpica con un bronce en la categoría de +67 kilogramos de Taekwondo femenil.
Mientras todos estos éxitos se concretaban, la selección varonil de futbol dio pasos firmes para alcanzar la final en el estadio de Wembley en Londres contra Brasil. Después de empatar a cero goles con Corea del Sur, ganar 2-0 a Gabón y 1-0 a Suiza, el equipo avanzó como número uno del grupo B.
En cuarto de final derrotaron 4-2 a Senegal, mientras que en semifinales se impusieron a Japón por 3-1 antes de que dos goles de Oribe Peralta sepultaran las ilusiones de Brasil en la gran final, un equipo encabezado por Neymar que además pasó a la historia como el equipo que recibió el gol más rápido en una final cuando con 28 segundos en el cronómetro la representación tricolor se puso en la delantera.
La última medalla tardaría en llegar cinco años porque cuando Luz María Acosta compitió en la categoría de 63 kilogramos de halterofilia. Originalmente había finalizó sexto, pero años después se supo que sus rivales Maiya Maneza de Kazajstán, Svetlana Tsarukaeva de Rusia y Sibel Simsek de Turquía, fueron descalificadas por dar positivo en las pruebas de dopaje.
Estos resultados se confirmaron en mayo de 2017 y, aunque no fue en el podio original recibió su medalla de bronce de una forma especial, tal como lo fue esa delegación mexicana que hizo soñar al país en cada día, donde la afición estaba pendiente de cualquier final a la espera de un nuevo logro nacional.