Para los Cowboys, ser conocidos como el “Equipo de América” viene con un costo muy alto: La exigencia de ganar. Siempre.
Se trata de una obligación que desde hace mucho tiempo no refrendan — no han participado en el Super Bowl desde 1995 y ausentes en los playoffs desde 2018.
Es todavía más elevado al considerar los 160 millones por 4 años que le acaban otorgar a un quarterback que viene de una aparatosa lesión. Un quarterback que tendrá que cargar con absurdas expectativas sobre un frágil tobillo derecho.
Parece injusto en un deporte en donde 53 jugadores salen con casco y hombreras al campo cada domingo, pero así es la vida en la nueva NFL. Así es la “Liga del Quarterback”.
Casi 11 meses después de sufrir una fractura compuesta y dislocación en el tobillo derecho en el juego de la Semana 5 ante los Giants, y con la inevitable desconfianza que siempre acompaña una lesión tan grave, Prescott volverá detrás del centro.
Ofensivamente, Dallas no parece tener ningún problema. Así lo demostraron durante los primeros cinco encuentros de 2020 en los que contaron con Prescott como conductor. Si bien el récord fue 2-3, promediaron 32.6 puntos por encuentro en ese lapso, en los que enfrentaron a tres equipos que terminarían con presencia en playoffs.
El núcleo ofensivo no solo regresa intacto, sino mejorado. Los wide receivers Amari Cooper, Michael Gallup y CeeDee Lamb están en la conversación para conformar el mejor bloque de receptores en toda la liga y la presencia de Prescott podría acabar con ese debate de una vez por todas.
Ezekiel Elliott ha dejado de ser el nombre de referencia cuando se habla de running backs, lastrado en parte por sus problemas para mantener la posesión del balón. Pero sigue siendo parte vital de una ofensiva como lo demuestra el hecho de que Dallas tiene registro de 24-4 cuando “Zeke” corre por encima de 100 yardas en un encuentro.
A eso se le suma el regreso del tackle izquierdo Tyron Smith (7 veces seleccionado para el Pro Bowl), quien la campaña pasada disputó apenas dos encuentros; y del tight end Blake Jarwin quien se perdió 15 de 16 partidos en 2020 y el resultado es una ofensiva temeraria. Al menos en el papel.
Nuevamente, todo dependerá de Prescott y su salud. La horrenda lesión del año pasado fue un accidente. Lo que no lo es son los problemas de hombro que lo han aquejado en pretemporada.
Su capacidad para mantenerse dentro del terreno de juego es una cosa. Mantenerse eficaz es otra muy distinta y no tendrá nada que ver con su talento comprobado, sino con la confianza o falta de ella luego de su aparatosa lesión. No es un punto menor considerando que ya no hay un veterano que lo reemplace, como fue el caso el año pasado con Andy Dalton.
Incluso con el tercer contrato más lucrativo en la historia de la NFL, Prescott necesita ayuda… cuando el balón esté en manos del equipo rival. Es en ese sentido en el que Jerry Jones y el equipo le han quedado a deber a su poderoso ataque.
La defensiva de los Cowboys — y ciertamente no Prescott — serían el principal culpable si el equipo hilvana su tercera temporada sin clasificarse a la postemporada. Y considerando el estado actual de la unidad, las posibilidades son desfavorables.
Dallas permitió 29.5 puntos por encuentro la temporada pasada, fue el penúltimo en defender la carrera y 27mo de toda la NFL contra el pase. En una liga en donde los ataques son cada vez más explosivos, encontrar la manera de limitar el daño se ha vuelto un imperativo en esta liga. Y los Cowboys no hicieron mucho por corregir sus errores.
Ocho de los 11 titulares de esa unidad que se ubicó cerca del sótano de la liga están de regreso. Su mayor adición fue el novato de primera ronda Micah Parsons como linebacker medio y lo demás está en manos del nuevo coordinador defensivo Dan Quinn, quien toma el lugar que dejó Mike Nolan.
Quinn saltó a la fama como el coordinador de la “Legion of Boom” que llevó a los Seahawks al campeonato en el Super Bowl XLVIII, pero también fue el estratega de aquellos Falcons incapaces de retener una ventaja de 28-3 sobre Tom Brady y los Patriots en el Super Bowl LI.
Eso significa que, tal como se esperaba, tendrá que ser Prescott quien cargue con las expectativas de los Cowboys. Está en su contrato, justo debajo de los 160 millones de dólares.