Cuando imagina el partido de esta madrugada (tiempo de México), los ojos de Sebastián Córdova mutan, asoman ilusión. Porque a él y al resto de los elegidos por Jaime Lozano, disputar una semifinal olímpica los motiva. Son parte de esas generaciones a las que ya no les sudan las manos en los duelos trascendentales; al contrario, saberse en una ronda así les halaga.
“Brasil es un equipo de respeto, cuenta con grandes jugadores, siempre está ahí, cerca de ganar algo”, recuerda el volante del Tricolor Olímpico. “Pero nosotros, los mexicanos, estamos hechos para esos partidos. Cuando los jugamos, lo hacemos de buena manera, sale lo mejor de cada uno. Venimos por el oro, y qué mejor que coronarnos en este torneo venciendo primero a Brasil y luego a España”.
Palabras que reflejan la fe que se tiene un grupo que jamás ha dudado de su capacidad, más allá del escepticismo que suele rodear al Tricolor en los torneos de verdadera importancia.
Eso sí, su estratega recuerda que “no podemos confiarnos, porque las dos Selecciones llegamos en un gran momento: Ellos invictos y nosotros al alza”.
“En la medida que nos hagamos fuertes como grupo dentro de la cancha, estando muy juntos, aprovechando nuestras ocasiones, siendo contundentes como contra Corea, tendremos muchas posibilidades de acceder a la final”, asegura el Jimmy.
Esa a la que la Selección Nacional llegó hace nueve años, cuando derribó las barreras futbolísticas y sicológicas que su versión 2021 está a punto de fulminar para siempre.