TOKIO (AP) — La indignación de la UCI, la entidad rectora del ciclismo mundial, y múltiples corredores que iban a participar en las pruebas de pista de los Juegos Olímpicos de Tokio era comprensible.
El plan original de los organizadores contemplaba la construcción de un velódromo, a un costo de 100 millones de dólares en la ciudad, cerca del corazón de los Juegos. Los ciclistas disfrutarían la esencia de la cita de verano: animar a sus colegas en otros deportes, comer en las mismas instalaciones y compartir juntos entre competencias.
Pero los organizadores se dieron cuenta que podían recortar millones de un presupuesto desmedido si usaban un velódromo existente cerca de Izu, a 2 horas y media al sureste de Tokio — enviando el ciclismo a la periferia de los Juegos.
Todo esto se planificó previo a la pandemia de COVID-19. Ahora, lo que fue visto con mala cara por los ciclistas se ha convertido en una beneficiosa burbuja. Esencialmente están en una cuarentena, alojados en unos cuantos hoteles cerca del velódromo, haciendo más fácil llevar el rastreo de contactos cercanos y prevenir la propagación del virus.
“Creo que incluso antes de la pandemia, ya teníamos la idea de que esto iba a ser diferente por estar tan lejos de Tokio”, dijo Jennifer Valente, integrante del equipo de persecución de Estados Unidos, dueñas del récord mundial, y compañera de Megan Jastrab en el debut de la Madison femenina. “Básicamente nos encontramos en una aldea satélite poblada por ciclistas”.
Valente recuerda la diferencia con respecto a los Juegos de Río, donde fue parte de un equipo de persecución que ganó la medalla de plata.
Los organizadores brasileños habían planificado usar un velódromo que se construyó una década antes para los Juegos Panamericanos. Pero cuando lo COI concluyó que no era apto para una competición olímpico, fue destruido y los terrenos fueron usados para el Centro Acuático. Se construyó otro velódromo, que costó 50 millones de dólares, en el corazón del Parque Olímpico. Esa instalación estaba rodeada por los escenarios del tenis, la gimnasia y un pabellón multiuso para judo, balónmano y otras disciplinas.
En cambio, el velódromo de Izu está alejado del circo que suele acompañar los Juegos Olímpicos.
“Pero es diferente para todos”, comentó el británico Jason Kenny, ganador de seis medallas de oro que salió del retiro para competir en Tokio. “En todo caso, ya estás viviendo en una burbuja en los Juegos”.
No sólo los ciclistas de ruta están en una burbuja.
El ciclomontañismo, que pasó del último fin de semana a la primera semana, se disputará en una trazado situado cerca de Izu. Ello significa que los corredores permanecerán en muchas de las mismas instalaciones que sus colegas de pista
Las carreras de ruta en ambas ramas abren el programa de ciclismo este fin de semana. Muchos de esos corredores permanecerán en zonas aisladas que les permiten hacer un mejor reconocimiento del recorrido. Para los hombres, ello incluye excursiones al Monte Fuji.
“He venido directo del Tour (de Francia) a un hotel aquí en Gotemba”, dijo el canadiense Michael Woods sobre la ciudad situadas en las faldas del Fuji. “Y el hotel está repleto de ciclistas, básicamente todos los que van a la carrera de ruta. Vengo del Tour de Francia, que ya era una burbuja ciclista a otra burbuja”.
Los únicos ciclistas que estarán en el centro de Tokio serán los corredores de BMX, como la bicampeona colombiana Mariana Pajón. Competirán en el Parque Deportivo Urbano de Ariake, escenario que comparten con el skateboarding — deporte debutante en el programa olímpico este año.