Obtener una de las medalla de oro, plata o bronce es el objetivo de cada deportista que compite en los Juegos Olímpicos y los organizadores de cada cita veraniega saben lo que representa esta pieza para su legado, no solo porque reflejará el éxito de un ganador, sino que su diseño revivirá en el futuro como fueron esas competencias.
Tokio 2020 ha trabajado para producir medallas que pasarán a la historia no porque se han forjado con materiales provenientes de recolectar miles de dispositivos electrónicos, algo que ya había sucedido en los Juegos Olímpicos de invierno de Vancouver 2010, sino porque la propia población ha sido partícipe en esto al llevar estos aparatos a los centros de recolección para la creación de más de cinco mil medallas.
De un desperdicio a legado olímpico
Antes de presentar el diseño de la medalla, el comité organizador tenía claro que la producción vendría de los desechos electrónicos y desde el 1 abril de 2017 y hasta el 31 de marzo 2019 la gente acudió a centros específicos a dejar aparatos que ya no servían en su vida diaria.
La participación de la ciudadanía fue clave con 1,621 municipios de Japón, de 1,741 totales, contribuyendo a la causa, lo que representó el 90 por ciento de las localidades del país.
Gracias a estos esfuerzos se recolectaron 78 mil 985 toneladas en todo Japón, incluyendo 6.21 millones de teléfonos móviles usados, aparatos que en Vancouver no fueron considerados porque, en aquel momento, se aprovecharon viejos televisores, computadoras y teclados.
Con los aparatos en los centros de almacenaje se recurrió a una técnica ya utilizada en Canadá en la década pasada; la trituración, separación y calentamiento de componentes electrónicos para obtener los materiales primarios.
Gracias a esta técnica se extrajeron 32 kilogramos de oro, 3,500 kilogramos de plata y 2,200 kilogramos de bronce.
El diseño de las medallas de Tokio 2020
Crear una presea de los Juegos Olímpicos no es una hoja en blando para el diseñador designado y, aunque puede imponer su estilo tiene que cumplir con tres requisitos indispensables.
El Comité Olímpico Internacional (COI) exige que cada medalla tenga la presencia de la diosa griega de la victoria, Nike, frente al estadio Panathinaikos. A ello se suman los cinco aros olímpicos y el nombre oficial de la competencia, en este caso XXXII Olimpiada de Tokio 2020.
Las medallas que se repartirán en la capital japonesa 2020 cuentan con un diámetro de 85 milímetros y un espesor que va de los 7.7 mm en la parte más fina hasta los 12.1 mm en la más gruesa con un grabado en el lateral de la medalla del evento en el que se reparte.
Los pesos de las medallas son distintos dependiendo su material. Las de oro alcanzan los 556 gramos, seis más que las de plata. Las de bronce son las más ligeras con 450 gramos.
La composición también es diferente y las medallas doradas no son 100 por ciento de uno de los materiales más preciados. En el caso del primer lugar su presea estará forjada en plata bañada en más de seis gramos de oro.
La presea del segundo lugar es la única que hace referencia al 100 por ciento en su nombre al estar forjada en plata. La de bronce es una composición de 95 por ciento cobre y cinco por ciento zinc.
Cada medalla estará acompañada de una cinta con detalles que reflejan la cultura japonesa adaptados a la modernidad, con elementos cuadrados provenientes del ichimatsu moyo y técnicas tradicionales de capas de kimono del kasane no irome. Las piezas fueron fabricadas en poliéster reciclado químicamente para una reducción del CO2 en la búsqueda de que todo el proceso fuera lo más amigable con el medio ambiente.
El valor monetario no es lo que más se aprecia de estos trofeos, sino su significado; haber sido el mejor del mundo en el deporte que se ha competido haciendo honor a la frase del barón Pierre de Coubertin pronunciada en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896: citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte).