Yann Sommer, con un recital de paradones, y Xherdan Shaqiri, con un doblete y una gran actuación, colocaron a Suiza en una buena situación para alcanzar los octavos de final de la Eurocopa tras firmar una victoria frente Turquía (3-1) con la que peleará por ser una de las mejores terceras.
Suiza terminará la primera fase con cuatro puntos. Ahora deberá esperar al miércoles, cuando se completará la primera fase, para saber si es una de las elegidas para seguir en la competición. Ausentarse de los octavos de final supondría un jarro de agua fría para un equipo que cumplió cuando más lo necesitaba.
Con una lluvia de críticas tras dos partidos malos frente a Gales e Italia, Suiza se enfrentaba a una auténtica final en la que no podía fallar. En juego, el prestigio de su entrenador, Vladimir Petkovic, y de una buena generación de futbolistas que podía terminar sin honor la que podía ser su última aventura en una gran competición internacional.
La presión era tan fuerte en el combinado helvético que hasta Petkovic tuvo que pedir socorro y apoyo mediante una carta abierta a los medios de comunicación suizos. Sin duda, sabía que la importancia del choque era mayúscula y no quería dejar ningún resquicio a la sorpresa.
Sus jugadores, cumplieron. Había confianza entre los elegidos para doblegar a Turquía. Y también en su técnico, que reservó a su mejor defensa, Fabian Schär, apercibido con una tarjeta en sus estadísticas y con peligro de perderse los octavos de final. Petkovic parecía estar seguro de conseguir un billete para la siguiente fase y no dudó en guardar al central del Newcastle.
Enfrente, Turquía, decaída después de perder contra Italia (3-0) y Gales (2-0), necesitaba un milagro para acceder a los octavos de final. Tenía que golear y esperar otros resultados. No consiguió lo primero, pero por lo menos intentó salvar su honor con interés desde el principio del duelo, aunque se encontró con una muralla llamada Yann Sommer.
Al portero de Suiza le sentó fenomenal la paternidad. Esta semana tuvo que escaparse a Alemania para ver el nacimiento de su segunda hija. Era duda su presencia en el once de Petkovic, pero llegó a tiempo y fue quien más figuró en el combinado helvético.
Sobre todo en la primera parte. Hizo cuatro paradones de primer nivel. Tres a Mert Müldur, que tuvo pesadillas con Sommer, y otro a Kaan Ayhan. En casi todas las ocasiones respondió a disparos lejanos muy complicados. Lo hizo con una tremenda agilidad mientras sus compañeros mostraban una gran efectividad frente a la meta otomana.
Y es que, sin despeinarse, Suiza marcó en dos de sus tres ocasiones del primero tiempo. Primero, Haris Seferovic, que batió a Ugurcan Çakir a los seis minutos con un zurdazo ajustado desde fuera del área. Y, segundo, Xherdan Shaqiri, que hizo un golazo con su pierna mala, la derecha, tras un lanzamiento espectacular desde el balcón del área. Después, desperdició un mano a mano ante Ugurcan Çakir, pero dejó su sello con un toque de calidad marca de la casa.
Con la mitad del trabajo hecho, Suiza afrontó con menos presión la segunda parte. Sólo tenía que jugar a sumar la mayor cantidad de goles posibles para superar a Gales y ocupar la segunda plaza. El equipo de Bale perdía 1-0 con Italia y dos tantos dejaban a Suiza en octavos de final.
Pero, después de coleccionar ocasiones, se metió en una encrucijada tras el golazo de Kahveci a falta de media hora. El 2-1 colocó a Suiza al borde del éxito y del fracaso. Otro tanto turco, eliminaba al conjunto helvético. El equipo Petkovic podía jugar a aumentar su renta o a guardar la ropa.
Y, entonces, apareció de nuevo Shaqiri para calmar las aguas. Aprovechó la tercera asistencia de la tarde de Steven Zuber para batir a Çakir con un zapatazo desde el punto de penalti. Las dudas terminaron y, Suiza, con cuatro puntos y -1 gol en su cuenta particular, esperará tres días para saber si sigue en la Eurocopa. Mientras, Turquía se despidió del torneo con un posible premio deshonroso: convertirse en el peor equipo de la competición.